

Cuando Estados Unidos denunció a los cuatro vientos su certeza de que el gobierno sirio había usado armas químicas contra la población civil y que en consecuencia merecía una intervención militar, la reacción internacional fue de cautela.
Aunque ya pasaron varios años, todavía está fresca en la memoria global las afirmaciones del entonces secretario de Estado de Estados Unidos durante el gobierno de Bush, Colin Powell, ante las Naciones Unidos, asegurando que el gobierno del iraquí Saddam Hussein tenía en su poder armas de destrucción masiva y estaba dispuesto a usarlas.
Con esto, Washington se aseguró el consenso general y al frente de una coalición invadió Irak. Tras finalizar la guerra, que dejó cientos de miles de muertos, la mayoría civiles iraquíes, se comprobó que las armas de destrucción masiva nunca existieron.
La dificultad de Obama en conseguir apoyo para un ataque a Siria, inclusive entre la misma población norteamericana, y la férrea oposición de Rusia -miembro con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU y que desempeñó una activa campaña diplomática en favor de su posición- llevó a Washington a pactar con Moscú que se comprometía a no atacar a Siria a cambio de un acuerdo para obligar a Damasco a destruir su arsenal químico.
El informe oficial que dio a conocer hoy el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, en el que confirma fehacientemente que se usaron armas químicas contra la población civil, llega tres días después de que los cancilleres de Estados Unidos y Rusia firmaran el acuerdo.
El problema está en que la misión de expertos de la ONU que fue a Siria a comprobar si la denuncia sobre el uso de armas químicas era cierta, no tenía mandato para averiguar quiénes lanzaron los gases. Estados Unidos asegura que fue el gobierno de Bashar al Assad, mientras que Moscú afirma que los ataques salieron desde el sector rebelde. Una incógnita que quizás, alguna vez, sea develada. Lo que sí quedó demostrado es que Estados Unidos ha perdido su capacidad de conseguir apoyo cuando se trata de operaciones militares en otros países. Aunque esta vez, varios indicios lo demostrarían, la denuncia de Washington responda a una verdad.













