

Francia no puede salir de su estado de shock. La masacre perpetrada por un grupo de terroristas islámicos enrolados en las filas de ISIS, que generó ya 129 muertos y 350 heridos, comenzó a modificar la política francesa. Desde el ejecutivo, por ejemplo, se avanza con un paquete de medidas que incluye la presentación al Parlamento, del presidente François Hollande, de un pedido de prórroga por tres meses del estado de emergencia y la sanción de una ley para llegar a una reforma constitucional que facilite el camino al ejecutivo para "luchar contra el terrorismo".
En lo que constituye la profundización de la estrategia belicista, el mandatario también adelantó que se reunirá por separado con Barack Obama y Vladimir Putin para planificar una estrategia contra el Estado Islámico. "En Siria, buscamos incansablemente una solución política, en la que Bashar al Asad no puede constituir una salida", dijo, aunque aclaró "pero nuestro enemigo en Siria es ISIS". El gobierno francés calificó los asaltos del viernes en París como un "acto de guerra" e indicó que no detendrá sus ataques aéreos en Siria e Irak.
Los líderes del G-20, reunidos en Turquía, se sumaron a la ofensiva y analizaron tomar medidas conjuntas para luchar contra el terrorismo y prevenir ataques como los de París.
En lo que respecta a la búsqueda para dar con los responsables, el rastreo abarca la vecina Bélgica y es intenso en ambos países, que mantienen sus fronteras bien selladas. Las fuerzas del orden ya detuvieron a 23 personas, pusieron a 104 bajo arresto domiciliario e incautaron armas de fuego. "Esto solo es un comienzo", advirtió el jefe de policía francés.
Las consecuencias de la masacre también son económicas. Por lo pronto, muchos hoteles y restaurantes de París comenzaron a cancelar reservaciones, que en algunos casos llegan ya al 50% del total. "Todavía es pronto para hablar de cifras pero está claro que el impacto económico será importante en todo el sector, como pasó en enero", dijo Didier Chenet, presidente del sindicato profesional GNI-Synhorcat.
Incluso un evento de gran relevancia a celebrarse en el país sufrirá serias modificaciones. La cumbre climática de Naciones Unidas que se llevará a cabo en París desde el 30 de noviembre será recortada sólo a "negociaciones clave" y se anunció que se cancelarán marchas y conciertos.
El ministro de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, dijo que muchos líderes mundiales confirmaron que acudirán a la reunión.
La política sobre refugiados, como se preveía, comenzó a recibir golpes desde los sectores de ultraderecha. La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, por lo pronto reclamó el fin de la llegada de inmigrantes. Una exigencia que reclaman ya muchos otros grupos en toda Europa.













