

Con un lenguaje simple y directo, el papa Francisco dio ayer indicaciones sobre el rumbo que tomará la Iglesia en su pontificado, durante la celebración de su primera misa en Brasil, en el Santuario de Nuestra Señora Aparecida, en la ciudad de Aparecida, ubicada en el estado de San Pablo.
Para los religiosos, Francisco destacó la importancia del trabajo pastoral y de las Comunidades Eclesiásticas de Base (CEBs), al abrir su pronunciamiento con referencias a la Quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam), realizada hace seis años. En esa época, se había empeñado en defender una Iglesia más cercana a los pobres.
A los fieles, le habló sobre la alegría y la esperanza y criticó el apego a los valores materiales y a los ídolos pasajeros como el dinero, el poder, el éxito y el placer. Incentivó a la juventud a ser protagonista de los cambios por un mundo mejor y a impulsar transformaciones en la Iglesia y en la sociedad.
En portugués, el papa recordó su visita a la ciudad en 2007, cuando fue el responsable de coordinar la redacción del documento de Aparecida, como se conoció al texto que debatieron obispos y cardenales de América latina y El Caribe sobre el camino que tenía que seguir la Iglesia en esos países.
El Pontífice dijo que el documento nació justamente del encuentro entre los trabajos de los pastores y la fe simple de la romería. En esa ocasión, se destacó la importancia del trabajo pastoral de base, defendido por el ala más progresista de la Iglesia, a pesar de la resistencia de grupos más conservadores de católicos. El cardenal de Aparecida, Raymundo Damasceno, dijo que el Papa distribuyó ese documento a muchos religiosos.
Durante la misa, el Papa pidió atención especial a lo que denominó como tres posiciones: conservar la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir en alegría. Cristo es alegre, nunca está triste, dijo. El cristiano no puede ser pesimista. No puede tener la cara de quien parece (estar) en constante estado de luto. Si estamos verdaderamente enamorados de Cristo nueestra alegría contagiará a quien esté a nuestro lado, afirmó.
Devoto de Nuestra Señora de Aparecida, el Papa se refirió varias veces a María y repitió que la Iglesia cuando busca a Cristo siempre golpea a la puerta de la casa de la madre. La visita de Francisco al santuario fue un pedido personal suyo, que se puso en la agenda recién en mayo, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud, que tiene lugar en Rio de Janeiro.
Representantes del islamismo, judaísmo, la iglesia ortodoxa cristiana y la iglesia armenia también participaron de la misa, que unió 15.000 personas.
Después de la misa, el papa arrancó las risas de los 200.000 fieles que acompañaban la ceremonia en el exterior de la basílica al decir que no sabía hablar brasileño. Al bendecir a la multitud que siguió la misa a través de pantallas, bajo una fuerte lluvia y frío, el Pontífice declaró, en español, que volverá en 2017, cuando se festejen los 300 años del encuentro por parte de pescadores de la imagen de Nuestra Señora de Aparecida, la patrona de Brasil.
Antes de regresar a Río, Francisco paseó con el papamóvil bajo una fuerte lluvia y distribuyó besos y apretones de mano.
El estilo simple del Papa fue destacado por los fieles, Él es del pueblo, es humilde y parece uno más fueron las expresiones más repetidas entre las personas que fueron a Aparecida a verlo, desafiando el frío intenso y la lluvia.
Este Papa va a cambiar la Iglesia, dijo el jubilado Alexandre Machado, que viajó 100 kilómetros en bicicleta, desde Jacareí, para ver a Francisco.










