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Mirarse al espejo es parte de la rutina diaria. Lo hacemos al lavarnos los dientes, peinarnos o revisar que la ropa esté en orden antes de salir de casa.

Sin embargo, cuando esta conducta deja de ser espontánea y se vuelve compulsiva, puede estar relacionada con un trastorno psicológico. En particular, los expertos advierten que podría tratarse de un síntoma del trastorno dismórfico corporal (TDC).

¿Por qué nos miramos al espejo?

Desde la infancia, el espejo representa un punto de contacto con nuestra identidad. Según explicó la psicóloga Anushik Harutyunyan, de Onelife Center, a WeLife: "Mirarnos al espejo supone un momento de conexión con nosotros mismos. En ese momento hablamos cara a cara con nosotros mismos".

Esta reflexión tiene un sentido positivo, ya que indica que el espejo puede ser un espacio de autoconciencia, de contacto con nuestra imagen y emociones. Sin embargo, Harutyunyan advierte:

"La imagen corporal que nos refleja el espejo es una parte muy importante de nuestro autoconcepto, pero no es la única. Nuestra personalidad, nuestras experiencias e interacciones también construyen nuestra autoestima. Si le damos una excesiva importancia al físico, esta puede verse afectada si no nos gusta lo que refleja el espejo".

¿Qué rol cumple el espejo en la sociedad de hoy en día?

La psicología también señala que la obsesión por el reflejo no surge de la nada. En una sociedad que sobrevalora la imagen física, muchas personas construyen su autoestima a partir de estándares de belleza inalcanzables o irreales.

De ese modo, el espejo deja de ser una herramienta neutral para convertirse en un "juez" que contantemente evalúa y nos devuelve una imagen distorsionada, enfocada en lo que supuestamente hay que corregir.

¿Qué es el trastorno dismórfico corporal (TDC)?

Cuando una persona se mira constantemente en el espejo, no por hábito, sino por necesidad obsesiva, podría estar manifestando un trastorno dismórfico corporal. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), el TDC forma parte del espectro de trastornos obsesivo-compulsivos.

Quienes lo padecen presentan una preocupación persistente y desproporcionada por uno o varios rasgos físicos, que en realidad pueden ser imperceptibles o inexistentes para los demás. Esta angustia los lleva a mirarse repetidamente en el espejo, compararse con otras personas, buscar defectos, y en ocasiones, someterse a procedimientos estéticos innecesarios.

Síntomas del TDC: cuándo pedir ayuda

Los síntomas del trastorno dismórfico corporal (TDC) varían en intensidad, pero suelen incluir:

  • Mirarse compulsivamente al espejo o evitarlo por completo.
  • Compararse constantemente con los demás.
  • Arreglarse o cambiarse de ropa en exceso.
  • Preocupación extrema por características físicas menores.
  • Aislamiento social por miedo al juicio sobre su aspecto.
  • Búsqueda constante de aprobación externa.
  • En casos severos, presencia de depresión, ansiedad o pensamientos suicidas.

Uno de los puntos más críticos del TDC es que la validación externa no calma la angustia, porque el problema no está en el cuerpo, sino en la percepción distorsionada del mismo.

Tratamiento: cómo superar la obsesión con la imagen física

El tratamiento más efectivo para el TDC es la terapia cognitivo-conductual (TCC). Este enfoque ayuda a las personas a identificar pensamientos distorsionados sobre su imagen, reemplazarlos por creencias más realistas y reducir los comportamientos compulsivos.

Durante la TCC, el paciente aprende a tolerar la angustia sin necesidad de mirarse constantemente al espejo, y a desarrollar una relación más sana con su cuerpo. En algunos casos, puede ser útil combinar la terapia con medicación bajo supervisión psiquiátrica.