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A simple vista, HD 189733 b podría confundirse con una versión exótica de la Tierra. Su intenso color azul transmite serenidad y belleza. Sin embargo, no tiene nada que ver con la realidad.

Este exoplaneta, situado a 64 años luz de nosotros en la constelación de Vulpecula, es uno de los lugares más extremos del universo conocido.

Clasificado como un "Júpiter caliente", HD 189733 b es un gigante gaseoso que orbita peligrosamente cerca de su estrella.

Su año dura apenas 2,2 días terrestres, y su atmósfera alcanza temperaturas superiores a los 1000°C. Es un entorno tan hostil que hasta el más resistente de los instrumentos humanos sería destruido en segundos.

Un azul engañoso y letal

Fue precisamente su color lo que primero captó la atención de los astrónomos. En 2013, el telescopio Hubble reveló que el planeta refleja un azul profundo.

Pero, a diferencia de la Tierra, ese tono no proviene de océanos ni de una atmósfera benigna, sino de partículas de silicato suspendidas, responsables de un fenómeno tan fascinante como peligroso: lluvias de vidrio fundido.

Estas tormentas no caen en vertical, sino que son arrastradas horizontalmente por vientos que alcanzan los 8.700 km/h, una velocidad siete veces superior a la del sonido. El resultado es un bombardeo lateral de cristales incandescentes que destruye todo a su paso.

Un laboratorio del caos cósmico

HD 189733 b siempre muestra la misma cara a su estrella, un fenómeno conocido como rotación sincrónica. Esto provoca una diferencia térmica extrema entre el día y la noche del planeta, alimentando violentas corrientes atmosféricas.

Como si esto fuera poco, observaciones recientes del telescopio James Webb detectaron sulfuro de hidrógeno (HS) en su atmósfera, un gas tóxico con un característico olor a huevo podrido, asociado en la Tierra con descomposición biológica.

¿Por qué la ciencia no lo pierde de vista?

A pesar de ser inhabitable, HD 189733 b se convirtió en un objetivo clave para la astronomía. Su cercanía relativa y su brillo permiten a los científicos poner a prueba tecnologías de observación avanzadas, como el análisis espectroscópico, que será crucial en la búsqueda de exoplanetas con condiciones más amigables para la vida.