

En el corazón de la península de Calcídica, a 50 kilómetros de Tesalónica, se encuentra la cueva de Petralona, un lugar clave para entender la evolución humana.
Allí, en 1959, un grupo de espeleólogos descubrió una cavidad que un año después cambiaría la historia: un cráneo humano incrustado en la roca y cubierto por una estalagmita.
Ese fósil, conocido como el hombre de Petralona, fue objeto de debate durante más de medio siglo. Las dudas sobre su antigüedad oscilaron entre 170.000 y 700.000 años.
Ahora, un estudio publicado en la revista Journal of Human Evolution aporta una respuesta más precisa: el cráneo tiene unos 300.000 años.
¿Cómo se logró la nueva datación?
El equipo internacional, liderado por el paleoantropólogo Chris Stringer del Museo de Historia Natural de Londres, aplicó un método avanzado de datación por series de uranio sobre la calcita adherida al cráneo.
El análisis determinó que las capas minerales tienen al menos 277.000 años, lo que sitúa la antigüedad del fósil en torno a los 300.000 años.

Este hallazgo confirma que el individuo vivió en el Pleistoceno Medio tardío, una época en la que coexistían diferentes grupos humanos en Europa. Según los investigadores, el cráneo pertenece a la especie Homo heidelbergensis, no a los neandertales ni a los Homo sapiens.
¿Qué revela el cráneo sobre su dueño?
El análisis morfológico indica que se trataba de un varón adulto joven, con rasgos robustos y dientes moderadamente desgastados. Aunque faltan datos del hallazgo original, las incrustaciones minerales demuestran que el cráneo quedó pegado a la roca durante miles de siglos.
Un mosaico humano en la prehistoria
La nueva datación coincide con la edad del famoso cráneo de Kabwe, en Zambia, también atribuido al Homo heidelbergensis y fechado en unos 299.000 años.
Este paralelismo refuerza la idea de que Eurasia y África albergaban poblaciones diversas que interactuaban y evolucionaban en paralelo.
Los expertos destacan que el fósil de Petralona no encaja con la morfología de los neandertales ni con la de los humanos modernos, lo que demuestra la complejidad de las migraciones y cruces en la prehistoria europea.
Hoy, la cueva de Petralona continúa siendo un punto de investigación y turismo científico. El cráneo, oculto durante cientos de milenios, sigue ofreciendo pistas sobre la diversidad humana y cómo se tejió la historia evolutiva en Europa.













