

Una investigación que data de la época del nazismo habría revelado la ubicación exacta de una de las reliquias principales de la Iglesia católica: el santo grial, el cáliz con el que Jesús repartió el vino a sus apóstoles durante la Última Cena antes de su pasión, muerte y resurrección.
En este sentido, uno de los principales jerarcas del régimen nazi, Heinrich Himmler, llegó al punto de obsesionarse con este objeto milenario y a viajar en 1940 a una de las ciudades más conocidas del mundo en la búsqueda de este tesoro religioso.
¿Cómo fue la búsqueda del Santo Grial?
Según los evangelios apócrifos, José de Arimatea (el dueño del santo sepulcro donde enterraron a Jesús) fue quien se quedó con la copa que Cristo había usado durante la última cena y recogió con ella su sangre tras ser crucificado.
Días después, Jesús se le apareció y le dijo: "Tú custodiarás el Santo Grial", según cuenta la leyenda, que no se encuentra en la Biblia. El mismo relato narró que José fundó la primera iglesia de las Islas Británicas y allí llevó la reliquia, que se convirtió en un objeto central alrededor del que giran gran parte de las narraciones del Rey Arturo.
Los nazis estaban convencidos de que con el cáliz conseguirían el poder de matar a sus enemigos y de curar a sus ejércitos.
A partir de un instituto nazi que investigaba la superioridad étnica de la raza aria, llegaron a conclusiones extremas como que Jesús no era judío, sino ario, y que el Santo Grial y otros objetos clásicos de la tradición judeocristiana podrían inclinar la guerra a su favor.

Sin embargo, estos textos no solo fueron el eje central para los escritores de la Edad Media, el líder nazi, Adolf Hitler, también se acercó a estas tradiciones y llegó al punto de enviar a uno de sus más cercanos a encontrar este tesoro cristiano.
¿Cuál es la ubicación del Santo Grial?
Desde la llegada del nazismo al poder en Alemania, se lanzaron a una búsqueda desenfrenada de todos esos objetos en la que tuvo un gran protagonismo Otto Willhelm Rahn, conocido como el ‘Indiana Jones' particular del Hitler.
Rahn estaba convencido de que los últimos que tuvieron en su poder el famoso cáliz fueron los cátaros, una escisión del cristianismo surgida en la Edad Media, que se estableció en el sureste de Francia durante el siglo XII.
Por eso, este referente nazi viajó en dos ocasiones a Montsegur, Francia, para explorar las ruinas de esta sociedad religiosa y sus cuevas cercanas, pero no encontró. Entonces llegó a la conclusión de que, tras exterminar a los cátaros, la Iglesia Católica había escondido el grial en la abadía de Montserrat, en Barcelona.
En 1940, Himmler viajó convencido en una misión especial a la capital catalana, luego de que Hitler intentara sin éxito convencer al líder español de la época, Francisco Franco. En esa expedición del jerarca alemán recorrió el monasterio de Barcelona, pero los monjes nunca les dieron acceso a los túneles y el referente del régimen se retiró frustrado de la abadía.
Sin embargo, la tradición cristiana lo ubica en la catedral de Santa María de Valencia, donde se encuentra desde 1437 esta copa de calcedonia con diseño hebreo, fechada en el siglo I y contemporánea a Herodes el Grande, que la propia Iglesia católica reconoce como una de las reliquias más importantes de su fe.














