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Corría el año 2001, la crisis había calado hondo en la sociedad y el blanco de todos los ataques era el superministro de Economía, Domingo Cavallo, el padre de la Convertibilidad.
La historia, nunca confirmada, dice que el funcionario había pedido en esos días que le habilitaran uno de los antiguos pasadizos secretos que conectaban el Ministerio de Economía con la Casa Rosada, para poder hablar cómodamente y sin despertar sospechas con el presidente de la Nación, Fernando de la Rúa.

La respuesta habría sido que no había tales pasadizos, y que los túneles -que sí existieron en tiempos coloniales- estaban ya taponados producto de las sucesivas obras que se fueron realizando.
La defensa de la Ciudad
En el libro del arqueólogo Daniel Schavelzon, Túneles y Construcciones Subterráneas de 1992, se relata la historia arqueológica de los túneles que entre 1600 y 1700 se realizaron bajo la superficie del centro de la Ciudad de Buenos Aires.
Son conocidos como los túneles de la Manzana de las Luces, dado que las excavaciones que se realizaron en aquel lugar fueron las más conocidas y el puntapié inicial para el trabajo de restauración que luego se realizó.
Las principales hipótesis señalan que podrían haber sido construidos como una estructura de escape ante posibles ataques enemigos y como una forma de abastecer la defensa de la Ciudad en la época Colonial.
Esta hipótesis está basada en las numerosas obras similares en el mundo. Como las del Cabildo de Lima y otros en castillos y edificios antiguos que sirven a ese propósito.

Los túneles de la Casa Rosada
Cuando en 1937 comenzaron la obra de continuación de la actual calle Hipólito Yrigoyen, se demolió toda el ala sur de la Casa Rosada. El hallazgo de dos grandes túneles que recorrían de norte a sur el lugar sorprendió a los excavadores. Aunque la obra continuó y todo se sepultó.
La construcción del Subte A que conectaba, y aún lo hace, a la Plaza de Mayo con Once, ya se había realizado en 1913, y nadie informó de túneles olvidados. En esos tiempos el progreso era un obejtivo tan importante que no había tiempos para cuestiones del pasado.
Esos túneles, se sospecha con cierta presición, participaban de la red de túneles que conectaban los conventos e iglesias de la época colonial con los principales edificios públicos.
De hecho uno de los túneles taponados que salen desde la Manzana de las Luces tiene rumbo hacia el antiguo fuerte de la ciudad, es decir, la actual Casa Rosada.
Pero, no existen planos ni documentos que certifiquen la existencia de estos túneles.
En la década del 70, no obstante, hubo dos hallazgos aqueológicos interesantes. Un hueco subterráneo sobre la calle Balcarce, entre Hirigoyen y Alsina, que habría sido parte de un túnel rumbo a la calle Paseo Colón y dos galerías subterráneas a un costado de la Casa Rosada que, aparentemente, conducirían al actual ministerio de Economía.
No obstante, todo está en el terreno de las hipótesis. Y aunque el Museo del Bicentenario, muestra detalles muy interesante de la vida del Fuerte de Buenos Ayres en la época colonial, nadie puede dar por ciertas historias sobre conexiones clandestinas entre los edificios públicos.
Si hubieran existido o si De la Rúa le hubiera hecho caso a Mingo, tal vez la histórica foto del helicóptero volando desde la Casa Rosada no hubiera sucedido. El escape de la Casa de Gobierno podría haber sido algo más sigilosa y menos estruendosa.













