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Más de 100 millones de personas en el mundo se estima que sufren de COVID prologando. Muchos logran superar los síntomas del virus tras unos días o semanas, sin embargo otro grupo de pacientes siguen sufriéndolos por un tiempo más largo. La persistencia puede ser de entre 4 y 12 semanas, incluso seis meses o un año. Una investigadora sudafricana recientemente realizó un importante hallazgo que podría ayudar a detectar estos casos de long COVID.
"Uno de los grandes fracasos durante la pandemia del COVID-19 es nuestra lenta respuesta ante el diagnóstico y tratamiento del COVID prolongado", comenta Resia Pretorius, jefa del departamento de ciencias de la Universidad Stellenbosch, en su columna publicada en The Guardian. Y continúa: "Estos paciencias se quejan de numerosos síntomas, siendo la fatiga recurrente, debilidad muscular, falta de oxígeno, dificultades para dormir, confusión mental, ansiedad y depresión los principales".
A su vez, la especialista indica que la falla en los diagnósticos tiene que ver con que tanto el COVID agudo como el prolongado no solo son una enfermedad pulmonar, sino que también afectan los sistemas vascular y de coagulación. En un reciente estudio realizado en su laboratorio, Pretorius descubrió un vínculo entre la formación de microcoágulos y el COVID persistente o agudo.
Qué causa el debilitamiento
"Encontramos niveles altos de varias moléculas inflamatorias atrapadas en estos microcoágulos persistentes. Esta presencia sumada a la de las plaquetas hiperactivadas perpetúan la patología vascular y coagulante lo que resulta en que las células no reciban suficiente oxígeno para sostener las funciones corporales", explicó la científica. Esto, apuntó, resulta en hipoxia celular generalizada la cual "es central para los numerosos síntomas debilitantes reportados.
Los coágulos de sangre suelen ser descompuestos a través de un proceso conocido como fibrinólisis. No obstante, los investigadores descubrieron que estos microcoágulos persistentes son resistentes a este proceso por lo que no llegan a descomponerse.
Por qué es difícil de detectar
El problema es que a la hora de realizar un test, agrega, las pruebas de laboratorio no logran detectar a las moléculas inflamatorias debido a que estas se encuentran atrapadas dentro de los propios microcoágulos persistentes y resistentes. "Solamente son visibles bajo un microscopio de fluorescencia o de campo brillante", detalla. Por lo tanto, ahonda: "Cuando se mide el contenido molecular de la parte soluble del plasma, las moléculas inflamatorias, simplemente se pasan por alto".
Para mejorar esta situación, Pretorius insta a realizar desembolsos mayores en esta materia. "Necesitamos invertir de manera urgente en más investigación y ensayos clínicos para entender mejor y confirmar el vínculo entre la coagulación anormal de la sangre, la hipoxia y la disfunción vascular en pacientes con COVID prolongado".












