

Un ciudadano común y corriente, como usted, acude a una concesionaria y adquiere una unidad de un modelo de automóvil que se ubica dentro de los más vendidos en el mercado.
Dicho auto es sellado, viaja a Europa por vía marítima, y luego es conducido a Landsberg, una pequeña ciudad alemana de unos 26.000 habitantes, 50 kilómetros al sudoeste de Munich. Una vez ahí, ese mismo auto es llevado a un galpón, es montado a un carro que circula por rieles, le colocan unos sofisticados maniquíes llamados dummies en su interior, y lo estrellan a unos rigurosos 50 km/h contra un poste de acero a prueba de terremotos: está relleno de hormigón y sujeto a un bloque de cemento de 300 toneladas.
Parece absurdo, pero no lo es. Así se realizan los prestigiosos y respetados crash tests (ensayos de choque) que realiza Latin NCAP, la pata latinoamericana de los Programas de Evaluación de Autos Nuevos que impulsa Naciones Unidas desde 2010. Los crash tests nacieron para evaluar la seguridad de los ocupantes de un automóvil en caso de un siniestro, y, desde 2020, también estudian la seguridad de peatones en caso de atropello.
Los crash tests de Latin NCAP incluyen choques frontales a 64 km/h, laterales a 50 km/h y traseros (estos últimos, para estudiar el impacto del latigazo cervical).
Luego de las colisiones, que son extremadamente controladas y estandarizadas, se analiza el estado de los maniquíes (dummies) que están en su interior. La evaluación de los daños que sufren los maniquíes y el análisis de los videos del choque son los insumos que Latin NCAP utiliza para analizar una gran cantidad de variables y terminar redondeando una nota. Esta calificación final va de cero a cinco estrellas. Según lo definen, "conceptualmente un auto cero estrellas es aquel en el que alguno de sus ocupantes puede recibir lesiones de riesgo de vida en alguna de las configuraciones de choque evaluadas".
Los crash tests tienen como objetivo brindar información transparente a los consumidores para que puedan elegir sobre qué auto adquirir, aunque, probablemente, influyan más sobre los fabricantes que sobre los compradores. La industria está muy atenta a las calificaciones que reciben sus productos. Incluso, una mala nota de NCAP ha llevado a que marcas retiren un modelo básico de un mercado y que dejen sólo aquellas versiones con mejores dispositivos de seguridad. Algunos fabricantes, además, no esperan a que NCAP los cite para una prueba y prefieren presentar voluntariamente sus modelos para que sean testeados.
Que NCAP opere en distintas regiones, tiene un sentido. Más allá de que la producción y la comercialización de automóviles están fuertemente globalizadas, lo cierto es que un modelo que se vende en un mercado no es idéntico al mismo modelo ofrecido en otro continente. Y, en ocasiones, las diferencias que ofrecen en materia de seguridad pueden ser sustanciales.
A fines de 2021 los ensayos de Latin NCAP revelaron uno de estos casos de "doble estándar". El automóvil Kia Sportage obtuvo la peor calificación posible (cero estrellas). Lo que llama la atención es que se trata de un fabricante que tiene mejores desempeños en otras regiones. Respecto a los resultados de este crash test, el secretario general de Latin NCAP, Alejandro Furas, sostuvo que "es muy decepcionante que un grupo de fabricantes de vehículos tan importante como Kia ofrezca un rendimiento de seguridad tan bajo para el equipamiento estándar de seguridad a los consumidores latinoamericanos". Incluso fue más allá: "La vida de un latinoamericano parece no ser tan valiosa e importante como la vida de un coreano, estadounidense, japonés, europeo o australiano y nos merecemos los mismos niveles básicos de seguridad sin tener que pagar más por ellos".
Kia, que ya obtenido otro cero estrellas en el crash test de su modelo Picanto/Morning, probablemente tomó nota de los ensayos de Latin NCAP y elevó los estándares de seguridad del Sportage que se lanzará el año que viene en Argentina: en el último crash test, de hace apenas unos días, obtuvo tres estrellas.













