

La famosa frase de campaña “Es la economía, estúpido llevó en 1992 al gobernador de Arkansas Bill Clinton a la presidencia de la nación más poderosa del mundo, cuando todas las fichas estaban puestas en la reelección de George Bush (padre) por su reciente triunfo en la Guerra del Golfo. Entonces, ¿por qué no presuponer que a un economista podría resultarle sencillo llegar al peldaño superior del gobierno de un país como la Argentina, que no se ha caracterizado precisamente por la estabilidad de su economía?
La historia, sin embargo, no ha confirmado este ejercicio hipotético: el sillón principal de la Casa Rosada ha sido ocupado por una mayoría de abogados y militares (muchos de ellos, producto de golpes de Estado), pero nunca hasta ahora por un economista.
Ningún profesional de las finanzas ha podido emular en la Argentina el ejemplo del alemán Ludwig Erhard, del francés Valéry Giscard d’Estaing, de los mexicanos Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari o del ecuatoriano Rafael Correa.
Y no es que no lo hayan intentado.
Al menos cuatro ex titulares del Palacio de Hacienda han buscado, desde la recuperación de la democracia en 1983, llegar a la titularidad del Poder Ejecutivo Nacional, pero ninguno ha tenido hasta el momento el éxito necesario en las urnas.
“No es fácil pasar de técnico a político. Son dos roles y perfiles totalmente diferentes. Y en general siempre hay una especie de confusión: el éxito de un técnico tiene que llevar, casi por default, a un éxito político. Ésa es una mala lectura porque no es automático que una persona que sea muy bien valorada por tener capacidades económicas, pueda también tener un perfil político que tiene que ver con una mirada más general sobre la sociedad, no tan técnica , afirma Analía del Franco, de la consultora Analogías.
Después de permanecer más de seis años en el Ministerio de Economía, Domingo Cavallo buscó capitalizar políticamente la popularidad de su plan de convertibilidad y, tras abandonar el gobierno de Carlos Menem, fundó su propio partido (Acción por la República) en 1997 y ganó una banca de diputado.
En las presidenciales del ’99, Cavallo contabilizó casi 2 millones de votos y quedó en tercer lugar. Y, al año siguiente, compitió por la jefatura del gobierno porteño y fue superado por Aníbal Ibarra, luego de desistir de ir al ballotage.
Su estrella empezó a apagarse con el “corralito bancario y la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, que lo había convocado nuevamente al Palacio de Hacienda.
“Siento que mi fracaso como hombre político tiene mucho que ver con mi falta de habilidad para trabajar por la unidad nacional durante el trágico año 2001 , escribió en algún momento en su blog.
En 2007, Cavallo argumentó su ausencia temporaria en la contienda política: “Creo que por el momento nadie me votaría para nada, pero en cuanto vea que la gente me cree, por supuesto que voy a volver .
Tal como inicialmente lo hizo Alvaro Alsogaray con la Ucedé (ver recuadro), y luego Cavallo, Ricardo López Murphy también apostó por formar su propia fuerza política -que llamó Recrear-, luego de alejarse del radicalismo.
En las presidenciales de 2003, López Murphy obtuvo el tercer lugar con poco más de 3 millones de votos. Dos años después, fue candidato a senador por Buenos Aires y quedó quinto. Y en los últimos comicios para la Casa Rosada, sólo logró sumar el 1,43 por ciento de los sufragios.
Tras romper su alianza con el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y abandonar Recrear, el año pasado fundó la Corriente Cívico Republicana. En su entorno, hoy anticipan que “el bulldog buscará revancha y probaría suerte en 2011 como candidato a jefe de gobierno porteño. Para eso, claro, deberá apurarse a mudar su domicilio, ya que hoy lo tiene registrado en Adrogué.
Los que se anotaron en 2007
En las elecciones de 2007, fueron varios los economistas (algunos con militancia previa) que se calzaron el traje de candidatos para distintos cargos electivos.
Fue el debut del ex ministro Roberto Lavagna como postulante a la Presidencia de la Nación, para la que contabilizó el 17 por ciento de los votos y se impuso en un distrito importante como Córdoba.
También se presentaron Carlos Melconián, para senador por la Capital; Claudio Lozano, para jefe de gobierno porteño, y Jorge Sarghini, para gobernador bonaerense. Ninguno logró el objetivo.
La historia se repitió en estas últimas elecciones legislativas. El joven economista Alfonso Prat Gay, que presidió el Banco Central entre 2002 y 2004, estrenó su candidatura a diputado por la Capital Federal y quedó tercero en la compulsa como cabeza de lista del Acuerdo Cívico y Social, liderado por Elisa Carrió.
“Son técnicos que hablan desde lo técnico, en un lenguaje incomprensible. Hablan de PBI, de crecimiento y decrecimiento. De lo que nunca escuché hablar a un economista es de cuánta gente sufre desocupación, de qué pasa con la salud y con la educación. De los temas que a la gente le importan y cómo resolverlos. En general, hablan de medidas técnicas. Entonces, se dirigen sólo a un sector de la población, no se dirigen al conjunto, les cuesta envolverse con la gente. Los técnicos tienen problemas de conexión con la población. Tienen poca calle, poco barro y mucha academia , advierte el analista Hugo Haime.
Será por falta de conexión con las masas de votantes o por exceso de jerga especializada. Lo cierto es que el estigma del Palacio de Hacienda aún no pudo ser borrado por los expertos en números. Los escasos 50 metros que separan el Ministerio de Economía de la Casa Rosada siguen pareciendo intransitables para los economistas. z we










