

Más allá de lo que muchos suponen, la política y las ideologías requieren de una instancia superadora para su mejor realización. La espiritualidad es la interconexión de todas las cosas. En tiempos de análisis políticos muchas veces remanidos y hasta mal intencionados, es recomendable en lugar de ‘profundizar el modelo’ bucear en las almas de quienes toman decisiones que hacen a la vida de todos nosotros.
El Combustible Espiritual está en el ‘surtidor’ al que todos nosotros podemos recurrir para darle a nuestra vida una visión y un propósito. Las decisiones que tomamos corren por nuestra cuenta, pero inevitablemente el universo las tendrá en cuenta.
En momentos en que la luz de la oportunidad aparece cada vez más clara hay algunos que insisten con refugiarse en la oscuridad.
En función de lo mencionado me permito dedicar unas líneas a nuestros queridos ‘Presidente y Presidenta’. Las mismas surgen del único motor posible que la vida entrega: el entusiasmo. Entusiasmo por un país mejor que vuelve a enfrentar una gran chance. Con afecto y humildad, aprovecho este espacio para dedicarles unas líneas.
El gran tesoro con cual Dios dotó al hombre para que éste pudiera conocerse a sí mismo es la conciencia. Cuando somos concientes de nuestras acciones, somos menos dañinos y podemos dar lo mejor de nosotros. Cuando damos lo mejor de nosotros recibimos lo mejor de los otros.
La vida es evolución pero también la vida es devolución. Lo que damos no difiere mayormente de lo que recibimos. El libre albedrío nos permite decidir por nosotros mismos nuestras conductas pero la ley de causa y efecto (de la que ninguno de nosotros está exento) obra en consecuencia.
No es tonto quien se equivoca sino quien persiste en su equivocación, algunos confunden auto-confianza con capricho. La culpa casi nunca es de los otros, lo que le hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros. El herido hiere y el amado ama. Es mejor tener paz que tener razón, nuestros hijos llevarán toda la vida nuestro apellido, y los hijos de nuestros hijos también.
Hay personas que aprenden más rápido que otras, algunas requieren de cursos veloces, ante la menor señal rectifican lo actuado y avanzan a la graduación, otros por el contrario necesitan de mucho tiempo para aprender la lección.
Hay personas que se vinculan con el ego y se empecinan y hay otras que se conectan con el espíritu y se inspiran. No se cambia lo que se tolera, una vez que una situación se torna intolerable es ahí donde empieza el cambio.
Hay personas que con tal de no dar el brazo a torcer prefieren mutilarse, nunca la hecatombe propiciada por nosotros es mejor que la solución aportada por los otros. Lo bueno de la historia es que la verdad siempre queda escrita en algún sitio. Los milagros existen pero primero hay que purificarse. No se puede curar a un paciente con el mismo remedio que lo enfermó.
Cambiar para mejorar no es traicionar, la vida se basa en hechos más que en opiniones, no se puede dar lo que no se tiene, no se puede distribuir lo que no se genera. El miedo que nos tienen los otros, no es el mejor medio para estar seguros nosotros.
Es mejor ser amado que temido, admirado que envidiado, rara vez somos incomprendidos, generalmente somos nosotros los que no comprendemos. La misión está por arriba del ego, cuando se deja de aprender se termina el tiempo, cuando se termina el tiempo se termina la misión. El aprendizaje es tan solo una cuestión de tiempo, el maestro aparece cuando el alumno está preparado.
El infortunio de hoy, puede ser el punto de inflexión para la felicidad y la realización de mañana. Si sucede conviene, no es tan importante lo que pasa sino lo que hacemos con lo que nos pasa. Muchas veces el destino se encuentra justamente en aquello que queremos evitar.
La derrota nunca es un fracaso si de ella aprendemos, no hay fuerza más poderosa que una idea cuyo tiempo ha llegado. Aferrarse a algo es el primer paso para perderlo, Dios ayuda al que se ayuda. Hagamos lo que corresponde y seremos correspondidos.
Pd: Disculpen las molestias










