

El conflicto entre Argentina e Inglaterra por las islas Malvinas se renovó hace dos semanas. En esta oportunidad no se desató una disputa bélica, sino que fue por la explotación de hidrocarburos en la zona. Pero el diferendo histórico es de larga data. Arrancó en el siglo XIX en la década del ‘30.
Exactamente el 3 de enero de 1833 el barco británico Clío cometió un acto de usurpación a más de 12.000 kilómetros de Londres y a 760 kilómetros de Río Gallegos. Expulsó de un plumazo a las autoridades rioplatenses de las Islas Malvinas, que fueron recuperadas fugazmente casi 150 años después por la última dictadura militar, en la única guerra que la Argentina libró en el siglo XX.
Enfrente estaba una potencia mundial de primer nivel lo suficientemente entrenada para combatir en uno de los ambientes geográficos más hostiles del planeta. En esas condiciones, Gran Bretaña venció en una guerra desproporcionada a un rival diezmado y con escasa planificación; un ejército argentino compuesto en su gran mayoría por soldados de a pié, muchos de ellos conscriptos con poco entrenamiento y subalimentados.
“El verdadero problema de Malvinas es que las mismas Fuerzas Armadas que produjeron el terrorismo de Estado pelearon contra Inglaterra. No son ejércitos diferentes. Es un error separar Malvinas del contexto de la dictadura. Por eso es un tema muy complicado. Me interesa Malvinas para pensar espejadamente la sociedad; no es un hecho aislado, ni un exabrupto: es un emergente de la sociedad , le dice a El Cronista Federico Lorenz, uno de los historiadores locales que más sabe del asunto.
No sólo porque trabaja sobre Malvinas desde siempre ni por su extensa producción escrita sobre el tema - Las guerras por Malvinas (2006), Cruces. Idas y vueltas por Malvinas (2007), Fantasmas de Malvinas. Un libro de viajes (2008)-, sino también porque hace dos años viajó a la islas; además, su primer recuerdo del conflicto con Gran Bretaña lo transporta a la infancia. “Malvinas es mi primer recuerdo histórico fuerte. Yo tenía 11 años cuando fue la guerra. La seguí por los diarios. Es más, empecé a leer diarios por Malvinas , comenta.
En su último libro Malvinas, una guerra argentina (RHM) logra construir en 200 páginas un relato abarcador, ameno y riguroso; alejado del relato escolar, chauvinista y patriotero. El esfuerzo del autor, una especie de ‘malvinólogo‘, fue condensar un problema muy denso de la historia política y cultural del país desde dos aristas.
Por un lado, la guerra en sí misma. La vía de entrada que encontró Lorenz fue anclar Malvinas a historias personales; por otro lado, focalizó en la cuestión más política, que se remonta al siglo XIX. "Traté de armar una genealogía de esa presencia, pero enfatizando claramente que mi preocupación era contar Malvinas como una forma de entender a la vez la época de la dictadura en la cual se produjo la guerra", explica.
A más de 25 años de la guerra, Malvinas es aún un tema espinoso para la sociedad. Es que un conflicto bélico concentra sentido y experiencias de vidas bien diferentes. En la obra, Lorenz no escamotea explicaciones ni argumentos ni nombres propios. Lejos de simplificar, propone preguntas que al lector lo perturban felizmente; y varios de los capítulos se detienen en dos de los aciertos más valorables que tiene el libro: las voces de los soldados y la vida cotidiana en el país mientras duró el conflicto, fundamentalmente en el interior.
Tampoco olvida que el testimonio directo revela lo más característico del ser humano: la experiencia y su representación, el vivir y el hablar. Los testimonios de una guerra muestran un sujeto fragmentado en su cuerpo y en su historia. En un conflicto bélico, dice, la gente se pronuncia, escribe últimas cartas, extraña a amigos o familiares que a lo mejor no vuelve a ver nunca más.
“Por ejemplo, en las grandes ciudades como Buenos Aires, entre el desembarco del 2 de abril y la rendición, parece que en el medio no pasó nada. Y sin embargo fueron las peores condiciones para los infantes. Desde el punto de vista argentino fue una guerra estática, desgastante. Esperaban que los británicos atacaran en el momento y en el lugar que quisieran, cosa que sucedió. Y una forma de demostrarlo es a través de los testimonios de los protagonistas utilizados dentro de una explicación histórica y política. Además, traté de mostrar que hay una producción muy grande sobre Malvinas, de distintos registros. Hay ediciones de autor y provinciales muy ricas. Yo caminé muchas provincias con este tema y te encontrás con una presencia fortísima de Malvinas por distintos motivos. En una localidad pequeña en Corrientes, en Río Grande o en Tierra del Fuego son sus jóvenes los que estaban en las islas; el vínculo de la sociedad con la guarnición era mucho más estrecho. Esa relación habla de diferentes guerras de Malvinas. También traté de mostrar eso , señala.
-¿La dictadura realmente pensó qué a los ingleses no les interesaba recuperar Malvinas?
- Es más grave. Creo que la dictadura no pensó en nada. Generó un hecho de fuerza para obligar a negociar a Gran Bretaña. Los documentos de las Fuerzas Armadas demuestran que nunca esperaron una reacción inglesa. Es decir, no planificaron. Las Fuerzas Armadas se pensaban invictas. Venían de triunfar en lo que ellos llamaban “la guerra contra la subversión . Eran personajes muy cebados. Eso en Malvinas colapsó. No podés enfrentar a una potencia de primer rango como era Gran Bretaña en esa época con la lógica de la represión ilegal. Mucho de los mecanismos se repitieron en Malvinas. Por ejemplo, la improvisación, la división dentro de las fuerzas, la falta de modernización no sólo de los equipos sino también la concepción de la relación con los soldados.
-¿Qué significa Malvinas para la historia política del país?
-Malvinas es una gigantesca paleta de grises. Además, es un tema vivo. Es una pelea también sobre nosotros mismos. Mi mirada es histórica sobre un proceso muy conflictivo. Me interesa desde una discusión política y desde el punto de vista historiográfico. Es un momento nodal concentrador de sentidos de lo que eran las expectativas, la vida cotidiana, el imaginario de la sociedad argentina en 1982. También Malvinas abre un campo fenomenal de estudios. En el primer quinquenio de la democracia, incluido 1982, que todavía estaban los militares hasta pascuas de 1987, políticamente todo estaba en discusión en la Argentina: la vía armada, la democracia, el servicio militar obligatorio, la violación de derechos humanos.
-Cuénteme algo que lo impresionó de su visita a las Islas.
Muchas cosas. Cuando llegas a Malvinas los isleños te cuentan un chiste.
-A ver...
-Consideran que los argentinos tenemos que hacerle un monumento a Thatcher porque a partir de la guerra recuperamos la democracia y ellos tienen que hacerle un monumento a Galtieri, porque a partir de la guerra a Inglaterra le empezó a interesar Malvinas desde un punto de vista político después de 1982.










