La próxima licitación del Tesoro será el miércoles 13 de agosto, cuando buscará refinanciar vencimientos de Lecap S15G5 por $ 24,4 billones, de los cuales en la consultora 1816 estima que unos $ 9,3 billones están en manos del Banco Central y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS, mientras el remanente, alrededor de $15 billones, equivale a más de la tercera parte de la base monetaria. La pregunta que cae de maduro es si este aluvión de pesos, en caso de no poder rollearse nuevamente, puede llegar a presionar al dólar. Para Marina Dal Poggetto, profesora de Economía en IAE Business School, queda claro que, entre el dólar y la tasa de interés, de cara a la elección del 26 de octubre, y su paso previo en la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre, el gobierno elige que el dólar no se escape. La pregunta es cómo sigue después: ¿sigue de largo apuntando al ajuste deflacionario con las consecuencias que puede tener y el riesgo de no llegar cómodo a 2027? ¿O busca recalibrar readaptando el esquema de bandas dando una señal clara de acumulación de reservas a un tipo de cambio más alto? Si recalibra, la pregunta que aparece es: ¿puede hacerlo y anclar expectativas comprando dólares y habilitando una descompresión del riesgo país que permita empezar a refinanciar los vencimientos de la deuda dólares y alargar los vencimientos de la deuda en pesos? "Por ahora, la mirada del gobierno está puesta en octubre esperando que milagrosamente un resultado favorable descomprima el frente financiero", advierte Dal Poggetto. Recuerda que el programa monetario viene siendo la resultante del programa financiero, en un contexto donde desde septiembre del año pasado el Tesoro viene usando los pesos que consiguió por el desarme de los pasivos remunerados y, más tarde, por el giro de utilidades. Son$ 35 billones que volvieron al BCRA, de los cuales hoy quedan $ 17 billones, para financiar los vencimientos de pesos que no rollea y para comprarle dólares al BCRA para financiar los vencimientos de los Globales y Bonares. No emite pesos para pagar gasto primario, como salarios, jubilaciones y obra pública, pero sí viene emitiendo pesos para cancelar vencimientos de la deuda, manteniendo la dominancia fiscal intacta. La sobrerreacción y la volatilidad de tasas resultante de la programación financiera de dólares y de pesos buscando pisar al dólar tiene al menos tres efectos sobre el esquema, que Dal Poggetto pasa a enumerar: 1. Pone un freno a la expansión del crédito que, hasta ahora, con una duplicación de 5% del PBI desde abril de 2024 al 11% actual, venía siendo el principal driver de la economía, y pone presión sobre la mora, que ya había empezado a subir. 2. Aumenta la carga de intereses que paga el Tesoro, y no registra en la estadística, y acorta peligrosamente los plazos de la deuda en un país que, con un riesgo país de 753 puntos básicos, sigue sin acceso al crédito internacional. 3. Dificulta el ajuste deflacionario de la economía, en un contexto donde el freno observado en el nivel de actividad desde febrero empieza a afectar la recaudación. Sobre todo, cuando la presión para bajar impuestos escala. Eduardo Fracchia, profesor de Economía en IAE Business School, coincide en que habrá que acostumbrarse a este nuevo mecanismo, porque la tasa de interés real positiva se va a determinar como variable endógena del sistema, al estar en un régimen donde lo que se fija es la cantidad de dinero. La meta después de la desinflación es recuperar crecimiento y competitividad. Para esto, son fundamentales las reformas estructurales.