El gabinete económico no se saldrá de su libreto, y pondrá todos los dólares que haga falta para asegurar el techo de la banda cambiaria en $ 1475. Al menos, así será hasta las elecciones de medio término del 26 de octubre próximo. Por lo tanto, lo que dejan entrever es que la inversión más conveniente es hacer tasa en pesos, con 4% mensual que se puede ganar, ya que la devaluación del oficial está asegurada que será de sólo el 1%, lo que da un 3% de tasa mensual en dólares. Claro que no todos se animan, porque la brecha se va extendiendo entre el dólar mayorista y el minorista de los bancos, que lo tienen $ 50 más arriba, incluso el Nación. El tema es que hay algo peor para el Gobierno, y es lo que quieren evitar a toda costa: que el tipo de cambio minorista se encuentre muy por debajo del MEP y del blue, lo que permita hacer un rulo, de comprar en el oficial y revenderlo, ya sea en el mercado bursátil o en el paralelo, porque es todo a cuestas de las reservas del BCRA. "Qué tiempos aquellos en los que el dólar navegaba los $ 1070 y desde el Gobierno comentaban que están dadas las condiciones dadas para que toque el piso de la banda. No duró mucho aquella quimera", recuerdan desde GMA Capital. Ahora, dicen, el régimen flexible dentro de bandas se transformó, de facto, en tipo de cambio fijo en el techo: la regla dejó de ser "dejar flotar" para pasar a ser "defender". Las dudas sobre la voluntad y costo de sostener el régimen llevaron a un crecimiento de la demanda de cobertura, y ni stocks ni flujos parecen suficientes parece satisfacer al mercado. En septiembre, los dólares financieros subieron hasta 15% y marcaron nuevos niveles sobre la banda. En este contexto, los Globales cotizan en promedio apenas por encima de u$s 52, el nivel más bajo del último año. Este precio no solo borró las ganancias acumuladas desde octubre de 2024, sino que se acerca rápidamente al valor inicial tras la reestructuración de 2020, en u$s 47,7. Lo cierto es que la magnitud de la corrección impresiona: desde los máximos recientes, los bonos se hundieron un 27%. Se trata de un ajuste mayor al observado en mayo y octubre de 2023, momentos también marcados por tensiones cambiarias e incertidumbre electoral. Con las cotizaciones en estos niveles y el riesgo país cerca de los 1400 puntos, la probabilidad implícita de default se disparó. A 5 años roza el 80%, y a 10 años supera el 90%. Esto supone un deterioro significativo respecto de los registros previos de junio, en 44% y 67%, respectivamente. Esto implica que, más allá del ruido político y del mayor peso asignado a un eventual cambio de administración en 2027, el mercado está recalculando algo más concreto: la capacidad de pago del Tesoro en el corto plazo. Los compromisos inmediatos son exigentes. Restan vencimientos con privados por u$s 2.200 millones en lo que queda del año, y en enero comienza el calendario de Globales y Bonares 2026 con un pago de u$s 4.200 millones. De ese monto, se estima que el 85% está en manos privadas. Frente a esto, el gobierno cuenta con u$s 640 millones en depósitos del Tesoro y casi u$s 40.000 millones en reservas brutas.