Mientras las acciones de Bankia seguían cayendo ayer y se decidía su nacionalización, se siguió cuestionando la decisión de haber creado y lanzado a bolsa el banco. El líder de los nuevos bancos, según su propia publicidad, logró algo que no consiguió casi ninguna otra compañía europea en su salida a bolsa en julio pasado recaudó 3.300 millones de euros en medio de la crisis.

Esto fue saludado como una evidencia del éxito de lo que se veía como la cruzada del gobierno español por reformar sus entidades bancarias. Sin embargo, cualquiera que haya comprado en la oferta inicial, que se ofrecía a los clientes del banco como una sólida inversión y se vendió en parte a través de su propia red de sucursales, ha perdido más de 40% de su dinero en menos de un año.

En realidad, ninguna de las instituciones extranjeras tocó los papeles de Bankia. Había demasiadas banderas rojas de alerta, comentó un inversor institucional con sede en el Reino Unido a la que ejecutivos de banca de inversión le hablaron de la oferta.

Alrededor de 60% de la emisión accionaria se vendió a inversores individuales, y la mayor parte del resto se colocó en compañías españolas como la aseguradora Mapfre.

Ahora que Rodrigo Rato, el ex director gerente del FMI que presidía Bankia, ha renunciado y Madrid está a punto de intervenir en el banco, la mayoría de los analistas y empresarios españoles reconoce que la salida a bolsa fue un fracaso.

Algunas de las fusiones de cajas de ahorro que se produjeron fueron disfuncionales. Una de las razones fue que se mantuvieron los vínculos políticos con las cajas, pero el gobierno también fue demasiado optimista; pensaron que la crisis ya estaría resuelta ahora, pero lleva mucho tiempo resolver las crisis bancarias, dijo Santiago Carbó, profesor de Economía de la Universidad de Granada.

Desde la salida a bolsa se ha cuestionado el valor de los activos de varias de las partes componentes de Bankia, que surgió de la fusión de siete cajas de ahorro privadas.

Banco de Valencia, una subsidiaria de Bankia, quedó en manos del Banco de España en noviembre pasado, lo que desencadenó una batalla interna para determinar quién había sobrevalorado los activos en el momento de la fusión. El mes pasado Deloitte, auditora del banco en el momento de la salida a bolsa, se negó a firmar las cuentas de BFA, el grupo matriz de Bankia, que es tenedor de los activos más riesgosos de la entidad combinada y tiene una participación de 45% de Bankia.

Ahora que España ha tomado la decisión de rescatar la entidad y quedarse con una participación de 45% de Bankia, el gobierno español pone su esperanza en el reemplazo de Rato por José Ignacio Goirigolzarri, ex CEO de BBVA y uno de los ejecutivos más respetados del país, quien fue aprobado por los titulares de Santander, La Caixa y BBVA.