
Un rublo debilitado es un problema con el que el banco central de Rusia puede convivir. Pero la economía en general podría sufrir significativamente a medida que la inflación importada se dispara, el gasto del consumidor se ve perjudicado y la gente cambia sus ahorros en rublos a divisas fuertes.
A la vez que el rublo tocó nuevos mínimos de cinco años frente al dólar y el euro esta semana, las tiendas rusas de comida, ropa y electrónica advirtieron sobre los aumentos de precios en porcentajes de dos dígitos.
Según el servicio estatal de estadísticas de Rusia, los productos importados representan dos quintas partes de las ventas minoristas anuales de Rusia. La proporción es aun mayor en invierno, cuando la mayoría de los productos frescos debe importarse.
Los principales defensores de la industria del alcohol de Rusia prevén un aumento del 10% en el precio de los licores importados, mientras que los principales defensores de la industria textil del país advierten un aumento de 15% en el precio de la ropa, 75% de la cual es importada.
Si bien la devaluación no es lo ideal para el consumidor ruso, que por lo general depende de los bienes importados y prefiere ir de vacaciones al extranjero, es tolerable para el banco central. En los últimos años el banco central adoptó una política de metas de inflación que, por ahora, se viene cumpliendo.
El banco central afirma que está listo para implementar intervenciones cambiarias "ilimitadas" para evitar que el rublo se escape de los márgenes de fluctuación deseados. Pero por ahora parece abocado a llevar el rublo a la libre fluctuación en 2015.
No se prevé que Rusia empiece a tener un déficit de cuenta corriente durante al menos otro año, por lo que las salidas de capital son una preocupación menor.
Al optar por no intervenir, el banco central de Rusia "está señalando con mucha fuerza que está totalmente abocado a convertirse en un país con un régimen de metas de inflación hecho y derecho en 2015, incluso en este clima de presión sobre el rublo, sostiene Ivan Tchakarov, economista jefe de Citibank para Rusia.
Esto podría cambiar, sin embargo, si Rusia ve un alza en el dólar como lo hizo en las crisis financieras de 1998 y 2008.
El periódico Komsomolskaya Pravda aconsejó a los rusos esta semana que lo mejor era mantener el 30-40 por ciento de sus ahorros en dólares y euros "y no en casa, debajo de la almohada, sino en el banco".En una tienda de vinos y licores en un barrio rico de Johannesburgo, se exhiben carteles hechos a mano junto a botellas de whisky escocés que ofrecen un descuento del 10% sobre cualquier venta de whisky superior a ZAR 500 (u$s 45).
"Sólo quiero ver si podemos atraer al cliente", afirma Monty Vallabh, que dirige la tienda de licores.
"La gente está gastando menos este año", agrega Vallabh. "Con el cambio rand/dólar, todo sube todos los vinos y whiskies importados". Cada vez que se hace un pedido, el precio sube".
Al igual que el resto de los sudafricanos, Vallabh está sintiendo el impacto de una economía mediocre, una moneda que se deprecia fuertemente, las presiones de la inflación y una débil confianza del consumidor.
Sudáfrica, la mayor economía de frica, elevó las tasas de interés por primera vez en cinco años esta semana, tras esforzarse por combatir la creciente inflación y defender el rand.
La moneda cayó más del 6% este año a mínimos de cinco años frente al dólar estadounidense.
Aunque vulnerable al fin del estímulo monetario de la Reserva de Estados Unidos, muchas de las debilidades de Sudáfrica son de carácter interno.
Las tarifas de electricidad y los salarios están subiendo fuertemente, perjudicando a los fabricantes y los mineros. El desempleo se mantiene obstinadamente elevado, en alrededor de 25%, y el déficit de cuenta corriente alcanzó 6,8% del PIB en el tercer trimestre de 2013.
Hay pocos indicios de una mejora en el horizonte en alguna de estas métricas importantes. Las nuevas huelgas ocurridas este mes están afectando el sector del platino y el Congreso Nacional Africano se enfrenta a una dura prueba en las urnas -previstas para abril y mayo-, lo que suma aun más incertidumbre.
Ante este cúmulo de problemas, lo último que el país necesita es una desaceleración en el gasto en consumo. Pero las pruebas anecdóticas sugieren precisamente una desaceleración del ritmo.
"Los muchachos que solían venir y comprar una caja de cervezas ahora comprarán un pack de doce o seis. La persona que solía comprar una caja de vino ahora comprará solo una o dos botellas", afirma Vallabh.











