
El Parlamento regional de Cataluña aprobó una resolución que toma las primeras medidas concretas hacia la "desconexión" de España y establecer un estado independiente. Hubo 72 votos a favor y 63 en contra, lo que refleja la nueva mayoría independentista en el parlamento.
-¿El Parlamento catalán ayer declaró la independencia?
No. Aprobó una "resolución solemne" que declara el inicio de un proceso formal que conduce a la independencia. Esta resolución formaba parte de la plataforma electoral sobre la que hicieron campaña los partidos separatistas en las elecciones de septiembre. Pero el texto emitido es mucho más duro que lo inicialmente prometido por Artur Mas, el presidente catalán. Por ejemplo, dice que los fallos del tribunal constitucional de España ya no aplican en Cataluña. También le otorga al parlamento sólo 30 días para aprobar leyes que conformen una autoridad fiscal y un sistema de seguridad social catalanes, que serán los primeros pasos concretos hacia la creación de un estado dentro del estado de España.
-¿Por qué el apuro?
Irónicamente, el movimiento independentista se siente presionado a seguir adelante y acelerar los tiempos precisamente debido a dos debilidades. Ambas tienen que ver con el resultado de la elección de septiembre, donde dos de los principales partidos separatistas Candidatura de Unión Popular (CUP) de extrema izquierda y el movimiento más moderado Junts pel Sí juntos obtuvieron el 47,8% de los votos. Eso fue suficiente para conseguir la mayoría de las bancas en el parlamento regional pero es notoriamente inferior a la mayoría necesaria para un referéndum. Los analistas sostienen que el resultado impulsó más que nunca al campo independentista a demostrar que el proceso todavía está intacto.
Y la otra debilidad... tiene que ver con la fuerte división ideológica dentro del campo independentista. Mas y su movimiento Junts pel Sí no tienen mayoría sin el CUP, un partido de extrema izquierda que se opone a que Cataluña sea miembro de la OTAN y de la UE. La resolución se toma como el precio que tienen que pagar Mas y los nacionalistas más moderados para mantener abordo a CUP y unida la campaña por la independencia. Pero eso también significa que la cohesión interna del movimiento ahora se ve amenazada en el otro extremo del espectro político. Más tradicionalmente obtenía el apoyo de la comunidad empresaria catalana y de los votantes de clase media de toda la región. Se dice que los directivos de empresas y muchos ex aliados del presidente en el campo nacionalista moderado están horrorizados con el último giro de los acontecimientos. En privado, algunos acusan a Mas de entregar efectivamente las riendas del movimiento independentista a extremistas enloquecidos.
-¿Cuál fue la reacción de Madrid?
El primer ministro español Mariano Rajoy pedirá a la corte constitucional de España que anule la resolución "inmediatamente". Aunque el tribunal se tome meses para presentar un fallo, la resolución se suspende durante ese período. Ahí es donde las cosas se ponen feas. Si el parlamento catalán decide actuar acorde a la resolución desafiando al mayor tribunal de España, la respuesta de Madrid política, financiera y legal podría ser realmente muy severa. Algunos ministros ya analizan la opción de cortarle el financiamiento a la región. Mientras tanto, el tribunal constitucional de España tiene el poder de imponer sanciones contra los líderes que desafíen sus fallos. Pero ¿quién implementará esas sanciones? ¿La fuerza policial catalana estará dispuesta a impedir que el presidente del parlamento catalán ingrese a la cámara? ¿Madrid ordenará a la policía nacional que lo haga?
Suena muy peligroso y lo es. La tensión es elevada, hay crispación y el margen de error es cada vez menor. Pero vale la pena recordar que ambos lados se volvieron bastante adeptos a manejar el conflicto sin provocar un choque genuino.
- ¿Qué espera lograr el liderazgo catalán?
Crece el consenso dentro del movimiento independentista de que Madrid nunca permitirá una separación "acordada", como ocurrió con el referéndum escocés el año pasado. Los líderes también insisten en que la violencia nunca será una opción. Sin embargo, los líderes catalanes tienen la esperanza de que si se produce una crisis a gran escala ellos cambien de opinión. Y es por eso que están tan decididos a elevar la presión.











