Los altos precios del petróleo hacen maravillas por las acciones de los grandes productores. Pero, para algunos, los precios bajos ofrecen la verdadera oportunidad de crear valor. Es en esos momentos cuando las compañías sobreextendidas venden activos a cambio de dinero inmediato, mientras que aquellas que han acumulado efectivo pueden aprovechar para hacer buenas compras. Pronto podrían tener su oportunidad. Las reservas de petróleo almacenadas han aumentado notablemente este año debido al incremento de la producción de la OPEP. Para el próximo año, la Agencia Internacional de Energía (AIE) proyecta un exceso de oferta de 4 millones de barriles por día. La OPEP ahora afirma que se abstendrá de nuevos aumentos de producción y las sanciones contra las petroleras rusas podrían reducir las exportaciones, pero aun así los precios podrían seguir cayendo. Un resurgimiento de las fusiones y adquisiciones parece más probable si se considera que, aunque el mundo está inundado de petróleo, los perforadores temen no tener suficientes reservas. Goldman Sachs estima que la industria contaba con reservas probadas equivalentes a solo diez años en 2024, una reducción de una cuarta parte respecto de 2013. Mantener ese indicador estable requeriría éxito en la exploración o nuevas adquisiciones. La pregunta, entonces, es quién comprará a quién. Exxon y Chevron, los gigantes estadounidenses, están mucho mejor posicionados que sus contrapartes europeas. Mantienen balances sólidos y también pueden usar sus acciones, más valoradas, para adquirir competidores. Eso, junto con los ahorros en costos que surgen cuando un perforador compra terrenos adyacentes, explica por qué la mayoría de las operaciones recientes se han dado en Estados Unidos, y por qué es probable que continúe la consolidación en la Cuenca Pérmica. Empresas como Apache y Devon Energy, cuyos grandes proyectos parecen valer más que su capitalización total de mercado, también podrían ser objetivos atractivos. Entre los gigantes europeos, los balances más robustos pertenecen a Equinor y Shell. Pero hay menos objetivos potenciales de adquisición de su lado del Atlántico. Un ejemplo es Galp, de Portugal, una empresa con una capitalización bursátil de 12.000 millones de euros que ha tenido un éxito notable en la exploración en Namibia, uno de los nuevos focos petroleros. Sin embargo, su cotización en alza, su mezcla de activos intermedios y de refinación, y un accionista controlador la vuelven menos atractiva. Los exploradores con alto apalancamiento —como Kosmos Energy y Tullow— podrían ser los más presionados por una desaceleración. La deuda de Tullow supera ampliamente su capitalización de mercado; la empresa está vendiendo activos mientras intenta refinanciarse, con bonos que cotizan alrededor de 85 centavos por dólar. La forma más sencilla de comprar longevidad, quizá, sea irrumpir en los descubrimientos de otras compañías. BP, por ejemplo, podría eventualmente buscar socios para su hallazgo Bumerangue en Brasil. Esas alianzas suenan menos espectaculares que las grandes fusiones, que probablemente sigan siendo dominio de las estadounidenses, pero aún podrían permitir que las petroleras europeas den rienda suelta a su instinto de caza.