
Desde la crisis financiera, la remuneración de los altos ejecutivos se volvió un tema polémico en muchos países. Pero en pocos lugares los ciudadanos pueden desahogar su indignación por las exorbitantes cifras tan fácilmente como en Suiza.
El 24 de noviembre, en la nación alpina habrá un referéndum sobre una propuesta que, si es aceptada, convertirá en ilegal que las empresas que operan en Suiza paguen a cualquier empleado más de 12 veces el salario más bajo del staff.
Hace sólo ocho meses los ciudadanos suizos votaran la prohibición de las primas de bienvenida y las indemnizaciones de partida. La iniciativa conocida como 1:12 se suma a este ya acalorado debate, que adquirió notoriedad en un país que sentía orgullo de ser uno de los que más favorecen los negocios.
Los defensores de la propuesta, encabezada por el ala joven de Demócratas Sociales Suizos, argumentan que la medida ayudaría a reducir la desigualdad de ingresos, que ha crecido en Suiza, (como en el mundo occidental) en las últimas décadas.
Según la federación suiza de sindicatos, los sueldos del 1% de la población que más gana en Suiza subieron 39% entre 1996 y 2010. Por el contrario, los asalariados medios y bajos recibieron incrementos salariales de entre 6% y 9%.
"El objetivo de la iniciativa 1:12 es distribuir con mayor equidad la riqueza creada en forma conjunta", señaló David Roth, presidente de la juventud demócrata social. Los que la rechazan sostienen que el remedio es peor que la enfermedad. Primero, porque disminuirían los ingresos por impuestos a las ganancias y los aportes al sistema de pensiones de Suiza, si bien precisamente en qué medida es tema de disputa. Segundo, porque su cumplimiento implicaría una fuerte carga burocrática, en particular para las pequeñas empresas.
"Durante años, uno de los mayores argumentos de venta que tenía Suiza era su estabilidad política y legal", explicó Jean-François Rime, presidente de la agrupación de pequeñas y medianas empresas suizas. "Esta iniciativa socavaría eso y debilitaría masivamente la competitividad de Suiza", agregó.
Los ejecutivos de las grandes empresas de Suiza critican la iniciativa de igual manera. Jürgen Steinemann, CEO del productor de chocolates Barry Callebaut, señaló que la medida sería un drama. Walter Kielholz, presidente de Swiss Re, advirtió que la reaseguradora podría mudar su staff al exterior si se acepta la iniciativa.
Roth minimiza esas amenazas por considerarlas alarmistas. "Hay que preguntarse por qué las compañías están en Suiza. Estoy convencido de que la principal razón no es la posibilidad de pagar salarios altos. Por lo que no creo que se vayan".
En los últimos días, las perspectivas de la iniciativa dejaron de ser prometedoras. Si bien una encuesta del año pasado indicaba empate en 44%, un sondeo de la semana pasada señala que el respaldo había disminuido a 34%, mientras que el rechazo había subido a 55%.











