
A Donald Trump le gusta tanto la palabra "ganador" que incluso la aplica a los trozos de pollo. En un almuerzo con FT hace un par de años, el magnate convertido en político señaló al entrevistador una porción particularmente suculenta y dijo: "Este trozo parece ser el ganador".
En el mundo de Trump, el mayor ganador de todos es, por supuesto, El Donald mismo. Su campaña para la nominación republicana se basó en la afirmación: "Soy muy bueno ganando. Creo en ganar". Es un discurso notablemente exitoso. La mayoría de las encuestas todavía muestran que Trump encabeza la carrera hacia la nominación republicana.
La manera en que se golpea el pecho es reveladora. Las propiedades mágicas que supuestamente tiene Trump para ganar atraen precisamente a aquellos norteamericanos que temen que ellos y su país se estén convirtiendo en perdedores. En un típico floreo retórico, Trump una vez afirmó que EE.UU. "está cayendo rápido. No podemos hacer nada bien. Somos el hazmerreír de todo el mundo". (El temor a que la gente se ría de uno, claro, es característico de los perdedores).
Todos los principales contendientes republicanos sostienen que EE.UU. se va al tacho, aún cuando a veces difieren en los detalles. Ben Carson, el neurocirujano que compite con Trump por encabezar las encuestas, hasta afirmó que la "corrección política" hace que EE.UU. ahora "se parezca mucho a la Alemania nazi". Quienes votan a los republicanos todavía tienden a ser más ricos que los demócratas, por lo que sorprende un poco toda esa desesperanza en las filas republicanas. Pero el país está cambiando de manera que claramente provoca miedo e inseguridad en gran parte de las bases del partido.
Hay cuatro grandes cambios que parecen apuntalar la inseguridad republicana: los étnicos, sociales, económicos y un giro en la posición global de EE.UU. Apenas el 39% de los norteamericanos blancos votaron a Barack Obama en 2012 y sin embargo el presidente fue fácilmente reelegido, después de obtener el apoyo del 90% de los votantes de las minorías. Los blancos representan aún el 72% del electorado, pero el país está cambiando con rapidez. Según la Oficina de Censos para 2020, "más de la mitad de los niños del país formarán parte de un grupo étnico o raza minoritaria", siendo los hispanos el mayor grupo minoritario. Para 2043, en EE.UU. los blancos representarán menos del 50% de la población. La retórica de Trump atrae a los votantes blancos que temen a este cambio. Prometió deportar a los 11 millones de indocumentados y construir un gran muro en la frontera con México.
Con los salarios reales estancados para muchos estadounidenses, los republicanos también comenzaron a adoptar la retórica de la inseguridad económica. Y junto con toda esta inseguridad interna está la sensación de que EE.UU. mismo pierde poder. La idea de que es inevitable cierta erosión de su fortaleza global (por el crecimiento de China) se trata con displicencia en el debate republicano. En cambio, todos los reveses reales o imaginados son atribuidos a la "debilidad" de Obama.
Es clave para los republicanos saber si es posible armar una coalición de "perdedores" que pueda realmente ganar. Las encuestas les dan cierto ánimo. Una reciente encuesta de Reuters sostiene que 59% de los norteamericanos piensa que su país va por "el camino equivocado" y sólo 24% cree que está yendo en la dirección correcta.
Sin embargo, si los republicanos basan su estrategia en un implacable mensaje de pesimismo sobre el estado de EE.UU., estarán ignorando las lecciones de su propio pasado. El gran héroe del partido republicano moderno sigue siendo Ronald Reagan, que logró combinar opiniones altamente conservadoras con un alegre optimismo. Reagan también tenía un excelente sentido del humor; se reía de él mismo, algo totalmente alejado de las oscuras advertencias y descaradas fanfarroneadas de Trump.
El partido republicano moderno necesita un candidato como Reagan que pueda decir "nuestros mejores días están por delante" y que suene que lo dice en serio. El senador Marco Rubio de Florida hizo su mejor tarea de criticar los años de Obama, sin sonar enojado o trastornado. Él también es hispano, lo que ayudaría en algo a reducir la masiva desventaja que tiene su partido entre los votantes minoristas. A medida que los republicanos buscan un candidato que "parezca ser el ganador", Rubio cada vez se ve más como su mejor apuesta.














