El programa de gasto en infraestructura de Donald Trump obtuvo una fría recepción entre bancos e inversores de Wall Street que buscan invertir cientos de miles de millones de dólares de capital privado en la reconstrucción de los deteriorados caminos y puentes de Estados Unidos.

El lunes Trump dio detalles de una muy esperada propuesta para reparar rutas, aeropuertos y otras obras públicas del país, y de las medidas para acelerar las aprobaciones de proyectos ya listos para empezar. El mandatario espera que un compromiso del gobierno federal por u$s 200.000 millones en diez años pueda producir un desembolso total de "al menos u$s 1,5 billones", fomentando la inversión tanto de gobiernos estaduales y locales como también de compañías privadas.

El plan recibió algunos aplausos de banqueros y gestores de carteras que venían pidiendo medidas para destrabar el gasto en infraestructura en la mayor economía del mundo. Pero notaron que Washington depende fuertemente de otros participantes para que lleguen los fondos, y que un Congreso escéptico podría bloquear un proyecto de ley.

"Creo que el plan es un paso en la dirección correcta," dijo Trent Vichie, cofundador y CEO de Stonepeak Infrastructure Partners, un desprendimiento de Blackstone que tiene bajo su gestión cerca de u$s 14.000 millones en activos, mayormente en EE.UU.. "Pero al fin del día, es limitado lo que puede hacer el gobierno federal para impulsar la inversión privada porque muchos de los activos están en manos de municipalidades locales y estaduales".

Hace tiempo que Wall Street está ansioso. Según las estimaciones de Jonathan Lindenberg, subdirector de banca de inversión de MUFG en Nueva York, actualmente hay cerca de u$s 340.000 de financiación "disponible, no comprometida" de fondos privados de infraestructura focalizados en América. Eso incluye la captación de capitales récord por u$s 40.000 millones que hizo Blackstone, el mayor fondo del mundo que está tratando de encontrar inversores para igualar el compromiso por u$s 20.000 millones que asumió Public Investment Fund de Arabia Saudita el año pasado. "Las acciones del gobierno serán importantes, y servirán de timón", dijo un alto banquero de Wall Street. "Pero no es un ancla; el ancla es el capital disponible".

Los analistas temen que el plan de Trump se vea obstaculizado por la combinación de halcones fiscales del partido republicano que no quieren apoyar otro aumento de la deuda nacional, y los demócratas que no quieren entregarle al presidente una victoria política en un año electoral.

El senador demócrata Charles Schumer dijo el lunes que el hecho de que el plan dependa de la financiación privada hará que termine en "peajes Trump" en todas las rutas. "Los inversores adinerados y grandes bancos querrán proyectos que generen una ganancia. ¿De dónde sacarán las ganancias? Cobrándole a la clase media norteamericana cientos de dólares anuales en peajes", señaló Schumer. Ed Mills, analista del banco de inversión Raymond James, dijo que los republicanos podrían estar dispuestos a achicar los acuerdos para sacar adelante el plan en caso de que se produzcan una gran liquidación en los mercados y un debilitamiento de la economía, en lo que él describe como "rompa el vidrio en caso de emergencia".

Mientras tanto, los banqueros sostienen que no cuentan con que Washington les brinde mucha ayuda. David Blat, CEO de CapStack Partners, un banco de inversión boutique de Nueva York, dijo que el anuncio tuvo una recepción poco entusiasta. Recordó que Trump tuvo que disolver su consejo asesor en infraestructura después de su fuerte reacción tras la respuesta del mandatario ante la violencia en una concentración del movimiento nacionalista blanco.