
Mercados financieros que suben como espuma, precios de activos a niveles peligrosamente elevados, inversores cautelosos empujados a asumir mayores riesgos. Esos son los efectos secundarios de las acciones que han tomado los bancos centrales desde la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers a fines de 2008.
Los bancos centrales, que evitaron una catástrofe en la economía mundial, ahora enfrentan otros desafíos. Deben lograr que las economías avanzadas retomen el camino del crecimiento estable y sustentable. Pero la pregunta es si pueden hacerlo sin una nueva agitación en los mercados financieros. ¿Que pasaría, si por el contrario, las economías chisporrotean y las burbujas explotan? ¿Y si hay una burbuja de confianza en los bancos centrales?
Los mercados financieros han recibido constantes recompensas por creer que los bancos centrales son sus mejores amigos. En algún punto esos premios tienen que estar validados por los fundamentals, advirtió Mohamed El-Erian, asesor económico jefe de Allianz.
En los últimos seis años, fue altamente rentable apostar a que los bancos centrales saldrían al rescate de los mercados financieros. El índice FTSE All World subió 150% desde marzo 2009; el norteamericano S&P 500 trepó 200%.
Ben Bernanke, ex presidente de la Reserva Federal estadounidense, se valió de su experiencia en economía en épocas de depresión. En Europa, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, evitó un quiebre de la eurozona prometiendo lo que fuera necesario para preservar la integridad. Haruhiko Kuroda, el presidente del Banco de Japón, ahora está tratando de sacar al país de décadas de deflación.
Los inversores han sido banqueros centrales sofocando la volatilidad del mercado; el índice Vix, que mide los movimientos que se esperan para los precios de las acciones norteamericanas (conocido como índice del miedo), está en su nivel más bajo en siete años. Cuando hubo obstáculos en el proceso de normalización, los bancos centrales actuaron: La Fed aprendió del malestar que provocó cuando insinuó por primera vez sus planes para reducir gradualmente las compras de activos.
En el proceso, la naturaleza de la banca central cambió. Los banqueros centrales se sienten bastante contentos con su desempeño durante los años de crisis y tienen todo el derecho de estarlo, afirmó David Kelly, estratega global jefe en JPMorgan Asset Management. Todos vienen de la escuela de pensamiento que señala que la política monetaria tiene límites, pero parecen haberse olvidado de eso que aprendieron. El consenso total sobre el enfoque conservador ya no existe, agregó.
No es una posición en la que los bancos centrales necesariamente se sientan cómodos. Impulsaron a los políticos a implementar reformas estructurales a veces con poco éxito y son concientes de que cuentan con pocas herramientas, esencialmente su control sobre las tasas de interés y los poderes regulatorios. No me gustaría ser presidente de un banco central en este momento porque la mayoría de los ministros de Finanzas les dijeron: Ustedes son nuestra última oportunidad, no la embarren, comentó John Nugée, ex funcionario del Banco de Inglaterra que ahora asesora bancos centrales.
El-Erian señaló: Nunca antes estuvimos en esta situación en términos de nivel de responsabilidad que han asumido con instrumentos de política tan imperfectos.
Para guiar a las economías más grandes del mundo hacia aguas seguras se necesitarán conocimientos técnicos y decisiones inteligentes. Con sus balances tan abultados, los bancos centrales pasaron a dominar muchos mercados, reemplazando al sector privado. Preocupa que los mercados se vuelvan dependientes de los bancos centrales. Nugée comentó: Los bancos centrales son el yeso que rodea el mercado; lo contiene porque no puede sostenerse solo. Si sacamos el yeso, no sabemos si el mercado se curó lo suficiente.
Preocupa mucho que los bancos centrales todavía tengan que hacer esfuerzos globales para crear suficiente crecimiento económico y que los mercados de acciones hayan exagerado en sus precios la recuperación esperada. O el mercado debe marcar una corrección, para acercarse a una situación fundamental que sigue suponiendo un desafío, o la situación macroeconómica debe mejorar, advirtió Gilles Moëc, economista de Deutsche Bank.
La otra escuela de pensamiento señala que los bancos centrales se ubicarán detrás de la curva. Algunos temen que la Fed esté subestimando la mejora en los mercados laborales de Estados Unidos y los peligros de inflación. Dentro de los mercados de renta fija hay complacencia en cuanto a la capacidad de los bancos centrales de mantener bajas las tasas de largo plazo, aseguró Kelly. Si actúan cuidadosamente, van a recalentar la economía y finalmente tendrán que subir las tasas más rápido de lo esperado.
Apostar a que los banqueros centrales lo harán bien no es para cobardes.











