
Fue otro de esos acuerdos de última hora que son legalmente sofisticados y financieramente complejos. Los ministros de finanzas de la eurozona acordaron la semana pasada que el Mecanismo de Estabilidad Europea (MEE) podría destinar 60.000 millones de euros de su techo de préstamos de 500.000 millones para la recapitalización de los bancos de la región. Si eso no es suficiente, el resto del dinero tendrá que provenir de los gobiernos nacionales, o a través de quitas a inversores y depositantes.
El diario francés Les Echos la semana pasada estimó el valor los activos totales de los bancos malos que fueron creados para absorber pérdidas de la crisis inmobiliaria y la crisis de crédito de EE.UU. Ese cálculo supera el billón de euros, aunque incluye al Reino Unido. Todos se preguntan cuántos de esos activos están bajo agua. Pero uno podría suponer que gran parte de todo eso finalmente no valdrá nada.
Esta estimación sólo se relaciona con los bancos malos. A eso hay que agregarle las pérdidas informadas y ocultas del resto del sistema bancario. No sabemos qué tan elevadas son porque, por definición, las pérdidas ocultas están escondidas. Para disfrazar una pérdida, los bancos usan trampas como la cláusula que permite a las entidades de crédito decidir si renovar un préstamo con mora y técnicamente convertirlo en un crédito nuevo, por lo que el acreedor deja de estar en cesación de pagos.
La razón por la que creo que es bastante elevado el nivel de pérdidas ocultas en los balances de los bancos es la simple cantidad y escala de las crisis acumuladas durante las cuales los bancos europeos perdieron dinero en los últimos años: la crisis subprime en Estados unidos, la burbuja inmobiliaria de la eurozona, la reestructuración de la deuda griega, las quiebras de bancos chipriotas y la corta y pronunciada recesión de 2009 seguida de la Gran Recesión de 2011-13, sin que haya un final a la vista para el sur de Europa.
Uno esperaría que una revisión de la calidad de los activos por parte del Banco Central Europeo (BCE), previsto para el año próximo, brinde claridad. Pero lo dudo. Y antes, los ejercicios de transparencia bancaria se hicieron con la intención de esconder la verdad. Cabe recordar las pruebas de stress de 2011. O las auditorías aparentemente independientes del sistema bancario español, que concluyeron que las entidades españolas sólo necesitaban sólo un poquito de capital fresco.
Lo que me hace dudar del ejercicio del BCE es que no veo posible que el banco central llegue a una cifra que sea superior al capital disponible.
En vez de esperar esas estimaciones, propongo un cálculo rápido y a ojo de buen cubero. Tiene un margen de error cercano al tamaño de la economía italiana, pero da una idea del problema. Los bancos malos representan el 5% de los activos bancarios de la eurozona. Si a eso se le agrega otro 5% de pérdidas ocultas se llega a unos 2,6 billones de euros. Si a mi estimación le deducimos el tamaño de la economía italiana, todavía tenemos 1 billón de euros. Por lo tanto, importa poco si el MEE puede aportar 60.000, 80.000 millones de euros o cero. Porque claramente los gobiernos nacionales de Europa no son capaces y no están dispuestos a cubrir la brecha.











