
Durante la crisis económica de España, Latinoamérica ha sido una de las pocas historias de salvación para los a menudo atormentados ejecutivos de empresas.
Después de que muchas de las compañías más grandes de España invirtieron fuertemente en América latina durante los últimos 15 años, su rápido crecimiento y elevada rentabilidad brindan la tan necesitada protección mientras en muchos sectores del país se derrumban las ganancias.
En realidad, entre los ejecutivos españoles abundan los relatos de jornadas laborales que empiezan siendo pésimas y finalizan muy positivas. Llegan por la mañana a sus oficinas de España, observan los problemas que enfrentan sus empresas en el país y se recuestan sobre sus sillas deprimidos. Por la tarde, cuando despierta América latina, ven que las operaciones en el continente están en auge y sonríen nuevamente.
Al mismo tiempo, la inversión corporativa española en Latinoamérica no ha sido una sencilla historia de crecimiento y éxito continuados. Si bien en el pasado reciente hubo un mayor grado de estabilidad política y económica en gran parte de la región, surgen recordatorios de los desastres que pueden sufrir las compañías que trabajan en países políticamente inestables.
En abril del año pasado, el gobierno argentino expropió la subsidiaria de YPF que pertenecía a Repsol, la compañía española de petróleo y gas. Los ejecutivos españoles huyeron de Argentina y las acciones de Repsol se derrumbaron porque el grupo debió vender activos para evitar que cayera su calificación crediticia.
La necesidad de mantener buenas relaciones con los gobiernos dio nueva dimensión a la descripción de la tarea de los altos ejecutivos españoles. Y seguir de cerca los acontecimientos políticos tan lejos de casa se convirtió en un importante aspecto de la gestión de riesgos de cualquier compañía. Antes de la expropiación de YPF, el presidente del directorio de Repsol Antonio Brufau fue obligado a hacer varios viajes para reunirse con el gobierno argentino cuando éste se volvió agresivo hacia la petrolera española.
Eduardo Puebla, director de banca de inversión para España y Portugal en Itaú BBA, el banco brasileño, sostiene que existe una gran discrepancia entre los países latinoamericanos.
Países como Brasil, México y Colombia están muy bien preparados, son profesionales y se muestran abiertos a la inversión. Chile siempre ha sido estable y las compañías consideran cada vez más a Perú como un país prometedor. Y están las otras naciones que han sido más coloridas para los inversores extranjeros.
Para las compañías españolas, mantener buenas relaciones con los gobiernos de América latina es mucho más importante que generar ganancias con sus subsidiarias ubicadas en la región que representan una porción cada vez mayor de las utilidades totales.











