
La calificación crediticia promedio de las compañías estadounidenses se encuentra en sus niveles más bajos de los últimos tiempos y podría caer aún más desde que los gerentes de esos grupos aprovechan las bajísimas tasas de interés para seguir acumulando deuda en sus balances.
Un nuevo informe de Standard & Poors, que evalúa a las empresas norteamericanas desde principios de los años veinte, sostiene que las grandes tomadoras de crédito eligen cada vez más ignorar los beneficios de la nota A.
La calificación de crédito promedio de las empresas no financieras cayó a BB, comparado con el promedio A de 1980, según dicho estudio. En aquel entonces, el 50% de las grandes empresas evaluadas por S&P recibían nota A- o mayor. En cambio, hoy son sólo el 8%.
La tendencia se está acelerando, aseguró Allyn Arden, analista de S&P y autor del informe. La tendencia a tener cada vez peor nota no es nada nueva (se observa hace tres décadas) pero la migración hacia las calificaciones más bajas se ha acelerado en los últimos 12 años.
Sólo cuatro grupos, Microsoft, Johnson & Johnson, Automatic Data Processing y ExxonMobil, están calificadas con triple A.
Unas 101 empresas cayeron por debajo de la categoría A desde 2000, algunas debido a los efectos de dos recesiones, otras como resultado de cambios estructurales en sus industrias.
Harley-Davidson, el fabricante de motos, perdió su nota A en 2009 cuando los consumidores dejaron de comprar sus productos. The New York Times Company bajó un escalón en 2006 debido a que cayó el número de lectores de su diario impreso.
Pero la mayor razón de los downgrades tiene que ver con la decisión de la gerencia de sacrificar la nota en pos de mejores retornos para los accionistas. Eso podría servir para satisfacer a los nuevos dueños de un fondo de private equity, para hacer una apuesta a una gran adquisición o simplemente para apalancar el balance para pagar una recompra de acciones.
Mondelez International, antes Kraft Foods, dejó de lado la categoría A cuando pagó u$s 19.500 millones por Cadbury en 2010. La nota de Alcoa, el productor de aluminio, empeoró en 2007 cuando elevó su dividendo 13% y prometió una mayor recompra de acciones, algo que S&P advirtió que significaría menor flexibilidad para enfrentar bajas en los precios del aluminio.
Desde 1997, sólo en 2010 y 2011 S&P subió más notas de las que bajó, pero Arden cree que la tendencia vuelva a revertirse. El bajo costo de la deuda, especialmente para las emisores con grado de inversión, las ventajas impositivas de la emisión de deuda y la presión para generar rendimiento a los accionistas hacen que otros motivos pesen más que los beneficios de tener una calificación A, escribió.










