Tal como normalmente ocurre cuando retroceden las acciones del mundo desarrollado, los papeles del mercado emergente caen más. Según el Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación empresarial, los capitales que se retiraron de los mercados emergentes en mayo fueron de u$s 14.600 millones, la mayor cifra desde junio de 2013, cuando la retórica del ex presidente de la Fed Ben Bernanke provocó una salida de u$s 21.900 millones. Se evaporaron mayormente las ganancias en acciones globales obtenidas desde principio de año.

Con la escalada de la guerra comercial y varias señales de que flaquea el crecimiento económico mundial, suben las probabilidades de que la Fed recorte las tasas más de una vez este año. Lo que más amenaza la reelección de Trump en 2020 es una recesión inducida por la guerra comercial. Sería extraño que, tras varias políticas arriesgadas, no se improvisen acuerdos.

Si solo fuera así de fácil. Las políticas arriesgadas son peligrosas y pueden descontrolarse. También existe el riesgo de que los recortes de tasa de la Fed debiliten el dólar y conviertan la disputa comercial en una guerra de monedas cuando los otros países recurran a la devaluación competitiva para quedarse con una mayor parte de la torta económica global.

Los economistas del FMI reconocen que la suma que la fricción comercial resta al PBI global proviene tanto de los efectos sobre las empresas y la confianza como del impacto de los aranceles.

La realidad es que Trump ya destruyó gran parte de la institucionalidad de la globalización. También está destruida la confianza que los negocios internacionales solían obtener de las operaciones predecibles en un sistema basado en reglas.

El riesgo es que el mundo se fragmente en bloques comerciales regionales, siendo los más obvios EE.UU., la UE y China. En esos bloques el nivel de demanda y producción podrían no cambiar mucho, ya que las exportaciones perdidas se compensarían con mayor demanda para la producción local.

Pero las economías del resto del mundo podrían sufrir considerablemente porque tienen pocas oportunidades para la producción en escala. A menos que esos países puedan mantener el acceso a al menos uno de los principales mercados, la producción caería, los costos productivos y precios subirían y los ingresos reales sufrirían.

Los mercados emergentes fueron los mayores beneficiarios de la globalización en los últimos 40 años. Serán las mayores víctimas del retroceso del multilateralismo.

Para los mercados emergentes, la pregunta es si el mundo de bloques regionales ahora es un hecho, y si las valuaciones en los diferentes países reflejan eso. Para la primera pregunta, la respuesta es muy probablemente. A la segunda, definitivamente no. Por supuesto, los bancos centrales pudieron apuntalar los mercados durante un período de desglobalización anterior a Trump. Lo pueden hacer de nuevo. Pero la caja de herramientas fiscales y monetarias se agotó. Están avisados.