
La comparecencia de James Comey ante el Comité de Inteligencia del Senado bien podría ser tan histórica como relevante.
Comey fue despido por Donald Trump de su cargo de director del FBI el mes pasado. La justificación del presidente es que Comey simplemente era incompetente. Los acusadores del mandatario norteamericano creen que Trump buscaba deshacerse de Comey porque temía a lo que pudiera descubrir el FBI al investigar las relaciones entre su campaña y el gobierno ruso.
La declaración inicial de Comey ante el comité, que fue dada a conocer ayer, incluye la sorprendente revelación de que el presidente le dijo: "Yo necesito lealtad, espero lealtad". El testimonio del ex director del FBI, en respuesta a una serie de preguntas, genera más peligros para Trump. Si Comey sugiere que el presidente intentó que se cierre la investigación rusa, eso calificaría como "obstrucción de la justicia", que es causa para iniciarle un juicio político. Otro riesgo está en que Comey asegure que hay fundamentos para creer que hubo una conspiración entre la campaña de Trump y los rusos.
La naturaleza de las relaciones entre los rusos y el equipo de Trump siguen siendo, por supuesto, objeto de feroces especulaciones. Las agencias de inteligencia norteamericanas ya dejaron en claro que creen el gobierno ruso trató activamente de ayudar a Trump y perjudicar a Hillary Clinton en la campaña.
Hay razones legítimas para creer que cualquiera sea la verdad, es la política de Washington la que decidirá hasta dónde llega la investigación. Especialmente, a menudo se señala que es muy difícil que el Congreso vote para iniciarle juicio político a Trump.













