
De cara a las elecciones de EE.UU., en Washington se observa preocupación por saber si los políticos llegarán a un acuerdo sobre el presupuesto después del 6 de noviembre para evitar el abismo fiscal. Pero los observadores de China en EE.UU. temen que Beijing esté al borde de una revelación similar, en un momento en el que el Partido Comunista Chino se prepara para dar a conocer a su nueva generación de líderes en dos semanas.
El inminente cambio en el liderazgo chino materializó un giro sustancial en las opiniones estadounidenses sobre el gigante asiático, desde considerarlo como una aplanadora imparable que surgió de la crisis financiera del año 2008 a una historia más familiar de un gobierno que no puede tomar decisiones difíciles frente a poderosos grupos de interés.
Tanto China como EE.UU. se encuentran ahora en un punto de inflexión, en el que los enfoques adoptados en el pasado requieren un cambio sustancial para evitar riesgos económicos reales. En EE.UU. el problema es nuestra situación fiscal, en China se trata de la necesidad de una restructuración económica importante, dijo Ken Lieberthal, un ex funcionario de la Casa Blanca.
Si bien la economía de China registró un crecimiento de casi dos dígitos en la última década -que permitió transformar grandes áreas del país y mejorar las vidas de cientos de millones - la opinión emergente en EE.UU. sobre el presidente Hu Jintao y el premier Wen Jiabao es de líderes que manejaron torpemente la introducción de reformas económicas y políticas.
Hace mucho tiempo que en Beijing se habla sobre la necesidad de transformar el actual modelo económico chino basado en la inversión y las exportaciones en uno más orientado al consumo y los servicios. Los políticos, incluso Wen, sostienen que se requiere un sistema político más abierto.
Mientras que en EE.UU. siempre hubo quienes dudaron de la capacidad de los líderes chinos para impulsar los cambios necesarios, el pesimismo sobre las posibilidades de reforma en China se generalizó durante el último año.
En transiciones anteriores, los observadores prestaban mucha atención a la biografía y personalidad de los nuevos líderes chinos. Pero ahora el centro de atención está puesto en tratar de dilucidar si el sistema político chino está manejado por intereses especiales a la hora de tratar problemas difíciles.
La cuestión no es si los nuevos líderes introducirán reformas, sino si las implementarán, señaló Stapleton Roy, ex embajador de EE.UU. en China.
Su posición monopólica les permitió adquirir vastos activos monetarios que pueden emplear para concretar sus propios planes. Suena similar a nuestra situación en EE.UU., agregó.











