A la sombra de un grupo de enormes chimeneas y fundiciones abandonadas, un letrero descascarado da la bienvenida al Parque Industrial de Acero Wenxi.

Pero en una aldea cercana, los hombres de edad laboral y muchas de las mujeres se han marchado, dejando sólo a los viejos y a los muy jóvenes.

"Si uno corta el árbol mayor, todos los pequeños árboles a su alrededor van a morir", dice Wang Peiqing, de 69 años, refiriéndose al colapso del Grupo de Hierro y Acero Highsee, que operaba las fundiciones antes de que su cierre reciente devastara la economía de esta antiguamente próspera esquina de la provincia de Shanxi en China central. "La región entera dependía de la acería; ahora los jóvenes tienen que salir a buscar trabajo a través de China".

Highsee dejó de pagar a sus 10.000 empleados hace seis meses. Los funcionarios locales estiman que la fábrica contribuía a la subsistencia indirecta de una cuarta parte de la población de 400.000 del condado de Wenxi. Highsee era la mayor acería privada en Shanxi, contribuyendo un 60% de los ingresos fiscales de Wenxi. Por estas razones, el gobierno local se mostró reacio a dejar que la empresa cerrara, aunque había estado en serias dificultades financieras por varios años.

A través de las vastas extensiones de China, se manifiestan experiencias similares, con miles de empresas en los sectores de mayor industrialización afligidas por una crónica sobrecapacidad que debería llevarlas a la quiebra en lugar de acabar apuntaladas por los gobiernos locales.

Con enorme poder sobre las cortes, los bancos estatales y los departamentos administrativos locales, los funcionarios del partido Comunista a través de China están dispuestos a hacer todo lo posible por sostener a los mayores empleadores fracasados de sus jurisdicciones.

Sólo el mes pasado, cuatro años antes de que Highsee comenzara a debilitarse, la empresa por fin recibió permiso del gobierno para iniciar el proceso de bancarrota.

En el último mes los medios chinos reportaron al menos nueve acerías que parecen estar suspendidas en un limbo después de detener la producción porque que no tienen permiso de declarar bancarrota.

"Hay un gran número de empresas a través de China que deberían haberse ido a la bancarrota pero que no lo han hecho", dice Han Chuanhua, abogado de bancarrota en el bufete de Zhongzi en Beijing. "El gobierno no quiere ver la bancarrota porque tan pronto las empresas quiebran, el desempleo sube al máximo y los ingresos fiscales desaparecen. Al negarles la bancarrota a las empresas, los funcionarios logran mantener la ilusión de la prosperidad local, el crecimiento económico y la estabilidad fiscal".

El volumen de préstamos improductivos (NPL) pendientes en el sector bancario chino ha aumentado un 50% desde el comienzo de 2013, según los estimados de ANZ, el banco australiano. Aun así, la proporción de NPL de todo el sector se mantiene bastante baja, apenas sobre 1,2%

En privado, sin embargo, los principales funcionarios financieros confiesan que la verdadera proporción es mucho más alta, oscurecida por los gobiernos locales que tratan de apuntalar empresas.

China está en camino este año a su crecimiento anual más lento desde 1990, cuando todavía estaba bajo las sanciones internacionales motivadas por la masacre de la Plaza de Tiananmen. Después de años de frenético crecimiento y construcción, la baja en el sector de bienes raíces creó serios problemas para las industrias que lo suministran como el acero, el cristal y el cemento, que sufren una crónica sobrecapacidad.