Cathie Wood: la nueva estrella del mercado y figura de culto para muchos inversores

Tiene seguidores y detractores. Los que dudan de ella dicen que su gran racha alcista se debe a una mezcla de autobombo y furor entre los inversores alimentado por la abundante liquidez financiera.



A principios de la semana pasada, y sin ninguna razón evidente, el fondo de inversión ARK focalizado en innovación y buque insignia de Cathie Wood, subió 10% en un día. En Wall Street ese tipo de rebote suele ser una señal de que se está formando una burbuja en los mercados, sobre todo teniendo en cuenta las recientes caídas de precios que registró Ark. Pero no es lo que opina Wood. Su lema es "Buy the dip" o "Comprar la caída".

Wood es la cara pública de un boom tecnológico especulativo que muchos comparan con el auge y la caída de las puntocom de principios de la década de 2000. El éxito de Tesla y de otras acciones tecnológicas en las que invierte Ark, junto con el ingreso masivo de inversores, llevó el valor total de los cinco ETF o fondos cotizados que ella administra a u$s 60.000 millones, comparado con los u$s 3000 millones de hace un año.

Este extraordinario desempeño ha convertido a Wood en una figura de culto entre algunos inversores. Los que dudan de ella dicen que su racha alcista se debe a una mezcla de autobombo y furor entre los inversores alimentado por la abundante liquidez financiera. Sus seguidores no se dejan amedrentar: una imagen de su rostro con el lema "invierte con convicción" adorna una línea de indumentaria creada para los fanáticos, cuyas ganancias se donan a obras de caridad.

"Lo que ocurrió el año pasado fue que los gestores de activos y asesores comprendieron que no tenían innovación en sus carteras", explicó Wood la semana pasada durante el webinar mensual de Ark, donde alabó las acciones de empresas que ella posee, como el servicio de streaming de música Spotify y el proveedor de telemedicina Teladoc Health. "La innovación (...) por fin recibe cierto reconocimiento".

El secreto a voces de las convicciones inversoras de Wood se encuentra en el nombre de su fondo: una referencia directa al cofre cubierto de oro que, según se describe en el Libro del Éxodo, contiene las dos tablas de piedra de los Diez Mandamientos.

De hecho, esta mujer de 65 años, divorciada y madre de tres hijos, es una cristiana devota que empieza cada día leyendo la Biblia mientras se prepara el café, y que se apoya en su fe en los momentos difíciles, como las numerosas agitaciones en los mercados que ha vivido a lo largo de sus cuatro décadas de carrera en el sector financiero. "Cada uno de esos momentos fue un tiempo de profundización de mi fe", afirmó Wood.

Nacida en 1955, Wood es la hija mayor de inmigrantes irlandeses de actitud positiva: su padre se unió a las fuerzas aéreas estadounidenses como ingeniero. En la cima de su carrera, hoy irradia simpatía con sus colegas, la mayoría de ellos jóvenes investigadores que rastrean la innovación tecnológica y mantienen una posición firme en cuanto a por qué los inversores deben "permanecer en el lado correcto del cambio".

Se inició en las finanzas cuando su mentor de toda la vida, Arthur Laffer, la ayudó a conseguir su primer trabajo. El economista de la época de Reagan era profesor de Wood en la Universidad del Sur de California, y la recomendó a Capital Group, donde trabajó como economista antes de graduarse en 1981. Después se trasladó a Nueva York para trabajar en Jennison Associates, una gestora de carteras de acciones. Fue ahí donde le cayó la ficha.

Wood cubría compañías de publicación de datos, como Reuters y Telerate, que "nadie quería", tal como recordó luego. Sin embargo, el concepto que encarnaban "terminó convirtiéndose en la World Wide Web". Esto le hizo apreciar cómo se subestima la innovación, y "lo exponencialmente explosivo que puede ser el crecimiento". También dieron forma a la filosofía de inversión que le permitió hacerse de un nombre y hacer fortuna.

"Cathie es una gran soñadora y una consumidora absolutamente incansable de investigaciones", dijo Lisa Shalett, directora de inversiones de Morgan Stanley Wealth Management, que era la jefa de Wood cuando a principios de la década de 2000 se pasó a la gestora de fondos AllianceBernstein. "Ella puede ver una gran tendencia y no tiene problemas en ser muy paciente, una cualidad que no es habitual entre los que invierten en crecimiento".

Esa paciencia también la aplicó en su carrera profesional. Wood no se largó a trabajar por su cuenta hasta 2014, con 58 años, cuando fundó Ark con su propio dinero. Fueron unos primeros años difíciles, pero se aferró a su estilo de inversión, con su foco puesto en compañías disruptivas que podrían darle forma al futuro. "El mundo va por ahí y la innovación estará en las carteras de inversión básicas en los próximos 10 o 15 años", dijo a Financial Times el mes pasado.

Tesla es una apuesta que resultó ser espectacularmente buena. A principios de 2018, con el precio de la acción de la automotriz en torno a los u$s 300, Wood sorprendió a Wall Street cuando lo proyectó en u$s 4.000 en cinco años. Sobre la base de la reestructuración accionaria del año pasado, un split de 5 por 1 (cada accionista recibió cuatro acciones adicionales por cada una que tenía), Tesla se disparó y llegó a u$s 800 en enero.

Las últimas semanas han sido difíciles. Los mercados se movieron en contra de las acciones tecnológicas, apostando en su lugar a que las compañías golpeadas durante la pandemia se recuperen a medida que avance la vacunación. En un momento de la semana pasada, el fondo Ark Innovation retrocedió 30% desde su máximo de mediados de febrero.

Los escépticos creen que las participaciones tecnológicas de Ark están muy sobrevaluadas, que un ajuste inevitable quemará a los inversores minoristas, y ven en Ark una repetición del fondo Janus Twenty, que tuvo una gran racha en la década de 1990, pero que se estrelló contra un muro tras el derrumbe del año 2000. "Estas empresas tienen que superar las altas expectativas y ahí es donde se pone difícil", dijo Peter Garnry, jefe de estrategia de renta variable de Saxo Bank.

Wood no se arrepiente. Descarta hablar de una burbuja y es sincera con los inversores en cuanto a que sus apuestas son a largo plazo. Después de todo, a las acciones de Amazon les llevó una década recuperar el precio máximo que habían registrado durante la burbuja de Internet de los años 90, pero los inversores que aguantaron terminaron obteniendo enormes ganancias.

Tal como lo ve Wood, de todos modos todo es obra de Dios. "No se trata tanto de mí y de mi promesa. Se trata de asignar capital a la creación de Dios de la forma más innovadora y creativa posible.

Traducción: Mariana Oriolo

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