Ya son muchos los bancos del mundo que se ven obligados a “pensar lo impensable” y a preparar su propia defunción, ya que los reguladores los fuerzan a escribir sus “testamentos”, para que esto facilite estabilizarlos o achicarlos en caso de crisis.

El año pasado, los líderes del Grupo de las 20 grandes economías acordaron trabajar en conjunto para facilitar las quiebras bancarias a través de las fronteras y le pidieron a la Junta de Estabilidad Financiera (FSB, por la sigla en inglés), un grupo global de reguladores y bancos centrales, que preparara un plan para la próxima reunión del G-20, que se realizará en Cannes, en noviembre.

La FSB dijo ayer que se le pedirá a todos los grandes bancos internacionales que preparen lo que la Junta denominó “planes de recuperación y resolución”. La fecha límite tentativa para la redacción de estos planes sería el 31 de diciembre de 2012.

Este proceso ya está bastante avanzado en el Reino Unido y EE.UU., donde una serie de bancos ha participado en proyectos pilotos, y se estima que muchos más lo harán para mediados del año próximo.

En algunos casos, las entidades tienen que detallar cómo podrían separar, en cuestión de días, funciones sistémicas cruciales, como las de los depósitos del segmento minorista y la del proceso de pagos. A los bancos estadounidenses también se les pide que provean listas de potenciales compradores de activos que puedan verse obligados a vender.