

Discurso tras discurso, durante su campaña y hasta que fue reelegido a principios de noviembre, Barack Obama prometió que durante su segundo mandato no permitiría un incremento de impuestos que afecte a las familias de clase media.
A apenas un mes del día en que comenzarán a regir los aumentos de impuestos y recortes del gasto, la Casa Blanca está dejando en claro que su presidente estará recurriendo a la misma estrategia de la clase media para presionar a los republicanos en las negociaciones en torno al abismo fiscal.
El Congreso y la Casa Blanca tienen hasta fin de año para llegar a un nuevo acuerdo presupuestario. Si no lo logran, la economía norteamericana recibirá en 2013 el golpe de una combinación de aumentos de impuestos y reducciones del gasto que sumarían u$s 600.000 millones, un escenario conocido como abismo fiscal que probablemente provoque una nueva recesión.
En un informe publicado la semana pasada, justo cuando el Congreso estaba por reanudar su actividad tras el feriado de Acción de Gracias, la Casa Blanca advirtió que si no se evita la mayor carga fiscal para las familias de clase media la producción económica del país se verá fuertemente reducida el año próximo.
El documento, publicado por el Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca y el Consejo de Asesores Económicos, señala que el gasto de los consumidores de clase media podría reducirse en u$s 200.000 millones y el PBI de 2013 podría contraerse 1,4%. Asegura que "la teoría económica y la reciente experiencia" indican que "casi la totalidad del alza de los impuestos (para la clase media) se traduciría directamente en menos consumo".
Obama está exigiendo al Congreso poner fin a los recortes de impuestos de la presidencia de George W. Bush que benefician al 2% de la población más acomodadas, que son las familias con ingresos superiores a u$s 250.000 anuales.
La clase media, mayormente definida como los hogares con ingresos inferiores a esa suma, sería exceptuada por lo que seguiría disfrutando de las alícuotas bajas aprobadas a través del Congreso hace una década en era Bush.
Pero si las negociaciones sobre el abismo fiscal fracasan, el impuesto subirá para todos.
Sin embargo, hasta ahora mientras algunos republicanos empezaron a ceder en lo que se refiere en elevar los ingresos del gobierno, mostraron pocas señales de aceptar la exigencia clave de Obama y de su propia base demócrata: que suban los impuestos para la población de mayores ingresos.
"No hubo avances," dijo Stan Collender, experto en presupuesto de la consultora Qorvis Communications. "Aún creo que hay un 60% de probabilidades de que revisemos el abismo fiscal".
Obama, que hizo mucha campaña diciendo que los ricos debían pagar más impuestos como parte de la "equilibrada" reducción del déficit, podría en las próximas semanas salir del Capitolio para explicar sus argumentos a los ciudadanos.
Algunos líderes conservadores suavizaron sus anteriores posturas rígidas contra el alza de los ingresos del gobierno desde la reelección de Obama, pese a que va en contra de la promesa que firmaron casi todos los legisladores republicanos en la que se comprometieron a nunca subir los impuestos sin compensarlo con reducciones del gasto.
Collender señaló que esas reflexiones mayormente no tienen sentido, porque no reflejan las ideas de los republicanos en la Cámara de Representantes, donde el partido todavía mantiene una sólida mayoría.
Los republicanos de la Cámara de Representantes, si bien están dispuestos a considerar alzas en los ingresos, sostienen que no respaldarán el aumento de impuestos."La Cámara de Representantes es el bastión del poder republicano en Washington, y ellos saben que la única manera de perder ese poder es convenciendo a la base de que ellos ya no están votando por lo que ellos quieren," aseguró Collender.
Mike Franc, de la Heritage Foundation, un think tank conservador de Washington, describió cualquier intento de los republicanos de avanzar con el alza de impuestos como "terreno movedizo, políticamente hablando".
"Es teología (para los republicanos). Ellos creen que los impuestos más altos ahogarán el crecimiento económico", agregó.
Pero no sólo la base del partido republicano estará dictando las negociaciones en Washington. Los seguidores de Obama esperan que su líder se mantenga firme en cuanto al alza de impuestos para la población más acomodada y se mostrarán reacios a ceder en la reducción del gasto aplicado a los costosos programas de bienestar social.
Los republicanos quieren recortes para Medicare y Medicaid, que son los programas que cubren la salud de los ancianos y a las familias de bajos recursos respectivamente, antes de que se analicen medidas para elevar los ingresos del gobierno, ni hablar del alza de los impuestos.
"Obama tendrá tantos problemas con su base si acuerda un recorte de Medicare y Medicaid como los que tendrán los republicanos con el Tea Party por los impuestos," explicó Collender.










