

La decisión de conceder a la iniciativa privada los aeropuertos de Guarulhos, Viracopos y Brasilia puede resolver los problemas de capacidad de los tres terminales más grandes del país, pero está lejos de poner fin a la sobrecarga que hoy -y no en 2014, cuando tendrá lugar el Mundial de Fútbol- afectan a todo el sector aéreo.
De los 20 aeropuertos más grandes de Brasil, 17 tienen actualmente su capacidad absolutamente comprometida. La situación no mejora si se consideran solo los 13 aeropuertos privatizados por el gobierno para apoyar la realización del Mundial. Hoy, solo tres de ellos -Salvador, Porto Alegre y Manaus- cuentan con una capacidad razonablemente adecuada, lo que significa que en las otras diez terminales el escenario es crítico.
El diagnóstico integra un informe que el Instituto de Investigación Económica Aplicada divulgará en breve y al que Valor tuvo acceso de forma exclusiva. El estudio, firmado por el coordinador de infraestructura económica de Ipea, Carlos Campos Neto, considera los nuevos criterios de medición de capacidad de Infraero (Empresa Brasileña de Infraestructura Aeroportuaria), metodología que, teóricamente, amplió el porte de varios aeropuertos del país. Sin embargo, el panorama muestra capacidad al límite.
Entre los 17 aeropuertos que tienen hoy su capacidad comprometida, 12 tuvieron una ocupación superior a 100% en 2011, de acuerdo con Ipea. En la lista de los casos más graves, está el aeropuerto de Vitória, en Espírito Santo, que puede recibir 560.000 pasajeros anuales, pero fue visitado por 3,2 millones de personas en 2011, volumen 572% superior a su límite.
En el aeropuerto de Goiânia, en Goiás, donde los proyectos de expansión están paralizados desde 2007 después de irregularidades en la licitación de obras que señaló el Tribunal de Cuentas del Estado, la capacidad actual es de 600.000 personas. Pero el año pasado el movimiento llegó a 2,81 millones de usuarios, 469% más alto en relación a su máxima capacidad.
La relación de situaciones extremas también incluye al aeropuerto de Florianópolis, en Santa Catarina, que consigue soportar hasta 1,1 millón de pasajeros por año, a pesar de haber recibido 3,13 millones de personas, tres veces su capacidad.
Entre 2003 y 2011, el volumen de pasajeros saltó de 71,2 millones a 180 millones de personas, una variación de 153%, lo que equivale a una variación promedio anual de 12%. El volumen es tres veces más alto que el promedio mundial.
Si se mantiene este ritmo, es posible que aumente la lista de los aeropuertos problemáticos, en caso de que proyectos de corto plazo no salgan del papel. La señal amarilla se encendió en los aeropuertos de Galeao, en Rio de Janeiro; Confins, en Minas Gerais; Recife, en Pernambuco; Curitiba, en Paraná y Fortaleza, en Ceará, donde el movimiento anual, según los datos de Ipea, supera el 80% de la capacidad total, que es el límite de la franja de eficiencia operativa para cualquier instalación aeroportuaria.
No bastaran las complicaciones actuales, el informe de Ipea advierte que existe una remota posibilidad de que las obras previstas para junio de 2014 se terminen dentro del plazo, lo que incluye proyectos liderados por las concesionarias de Guarulhos, Viracopos y Brasilia. Si las cosas suceden dentro de lo planeado, es decir, sin ningún retraso, se concluirían hasta abril de 2014, una meta difícil de cumplir por las dificultades relacionadas con las licencias ambientales y las auditorías de los organismos de control.
En abril del año pasado, Infraero ignoró las advertencias realizadas en un estudio de Ipea sobre las condiciones de los aeropuertos -el informe indicaba que las obras previstas para nueve terminales no se concluirían hasta 2014- alegando que desconocía los criterios técnicos adoptados por el instituto.
Ipea destaca que se basó en todos los criterios que utiliza la estatal para contabilizar la capacidad de las instalaciones.










