En búsqueda de la exactitud
Una científica argentina está innovando en el área de metabolómica aplicada a la salud. En particular, busca encontrar biomarcadores para diferentes cánceres.
Los análisis diagnósticos clásicos se suelen hacer sobre moléculas individuales. En los análisis de próstata, por caso, se mira solo el antígeno prostático específico en sangre. Estos tests dan falsos positivos en muchas oportunidades y, además, son poco precisos. Sin embargo, una científica argentina quiere construir modelos que sean los más exactos posible.
María Eugenia Monge es licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Buenos Aires y tiene un doctorado en el área de química inorgánica, analítica y química física en análisis de muestras complejas por la misma institución. Es, también, una de las científicas repatriadas: tras especializarse en Francia y los Estados Unidos, volvió al país para convertirse en investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
"Desde que regresé estoy armando redes de contacto con gente que sea especialista en biología del cáncer. En los últimos años en los Estados Unidos trabajé con detección de cáncer de ovarios y de próstata. En la Argentina, trabajo con Lydia Puricelli, creadora y exdirectora del primer biobanco nacional de muestras séricas oncológicas. Uno de mis proyectos es la detección de cáncer de riñón", cuenta la científica en diálogo con Innovación. "Están apareciendo los primeros resultados y la idea es comparar a los individuos sanos, que ceden sus muestras al biobanco, con poblaciones de enfermos de cáncer de riñón en los diferentes estadios de avance", explica, para luego detallar: "usamos métodos de análisis estadístico multivariado junto con indicadores biológicos. La idea a largo plazo es generar información que tenga poder para diagnosticar".
Se trata de dos técnicas acopladas, de acuerdo a la especialista: por un lado, cromatografía líquida, y por el otro, el uso del espectrómetro de masas. "Cuando analizamos una muestra biológica procesada que contiene metabolitos en solución, se toma una muestra pequeña de dos microlitros que se inyectan en una columna de cromatografía que trabaja con una mezcla de solventes. Esencialmente, la técnica separa a estas moléculas por sus propiedades fisicoquímicas y, a medida que se separan, salen de la columna e ingresan al otro instrumento a través de una fuente de ionización, donde estas moléculas pasan a convertirse en iones en estado gaseoso con carga neta positiva o negativa", explica la especialista. "Luego, los iones son analizados en el espectrómetro de masas que los separa según su masa y su carga (relación masa/carga). Estos iones son detectados en un detector dando una señal eléctrica específica. Seguimos a través de un cromatograma la corriente total que dan todos los iones que provienen de las moléculas que salen de la columna cromatográfica a un determinado tiempo y son ionizadas en la fuente de ionización."
De esta manera, buscan tener un panel de moléculas lo suficientemente robusto para que, cuando aparece una muestra nueva, sean capaces de identificar con más probabilidad si corresponde o no a un paciente enfermo. "Alguien con una enfermedad específica tendrá ciertas moléculas con concentraciones diferentes que un 'individuo control'. En definitiva, el objetivo de máxima es medir o detectar el grupo de moléculas mediante herramientas de química analítica, parecido a los análisis de sangre que miden un rango y crear una huella digital de información del cáncer. Esto nos permite detectarlo temprano y con poco análisis", sintetiza la investigadora del Conicet.
A escala global, estos métodos están en la cresta de la ola pero en el país recién se están desarrollando porque recién ahora aparecen profesionales formados que tiene la tecnología adecuada a disposición.
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