

En el barrio barcelonés de Can Clos, ubicado en la zona de La Marina de Port, la tensión vecinal alcanzó un punto crítico este lunes por la tarde. Un grupo de residentes decidió expulsar por su cuenta a un grupo de jóvenes okupas, señalados por los vecinos como presuntos responsables de robos violentos recientes.
La situación estalló tras un nuevo incidente que involucró a una vecina mayor. Según relató la mujer, uno de los jóvenes se introdujo en su vivienda cuando la puerta estaba abierta para ventilar mientras ella fregaba. "Salí tras él yo, mi nieta y medio barrio", expresó, aún alterada por lo ocurrido.
Esa gota colmó el vaso y desencadenó una reacción en cadena. Los vecinos derribaron la puerta del piso ocupado, desalojaron por la fuerza a los okupas y comenzaron a arrojar sus pertenencias por el balcón. Las impactantes imágenes fueron grabadas y compartidas en redes sociales y medios.

La respuesta vecinal: desalojo exprés y rechazo a la delincuencia
Los objetos personales de los okupas -colchones, muebles, ropa, electrodomésticos- volaron por la fachada del edificio situado en la plaza del Mig, ante la mirada de los vecinos, que justificaron su accionar como una respuesta desesperada frente a la inseguridad.
La Policía autonómica, los Mossos d'Esquadra, se desplazó al lugar y reforzó el acceso con una puerta antiocupas instalada por el Patronato Municipal de la Vivienda.
"Este es un barrio de gente humilde y trabajadora en el que nos conocemos todos por el nombre y los dos apellidos", comentó un vecino según el relato de La Vanguardia. "Y no, no somos racistas. Aquí conviven de toda la vida gitanos, payos, árabes, latinoamericanos y todo el que venga a convivir, no a delinquir".
Desde la comisaría de Sants confirmaron que estaban al tanto del conflicto y que ya se habían iniciado los trámites para un desalojo exprés, aunque la reacción vecinal se adelantó a cualquier actuación oficial.
El barrio de Can Clos: una comunidad aislada y unida
Construidos en los años 70 sobre las laderas de Montjuïc, los edificios de Can Clos nacieron como una solución de realojo para los habitantes de las chabolas expulsados durante el Congreso Eucarístico de 1952. Su diseño y ubicación geográfica los mantuvieron durante décadas aislados del resto del distrito de Sants-Montjuïc y de la Zona Franca.
Este aislamiento, sin embargo, generó una comunidad cerrada y solidaria."Aquí las casas se airean con las puertas abiertas y la ropa se tiende en la acera", explican los residentes. El reciente estreno de un parque urbano de más de 24.000 m² ha comenzado a abrir conexiones con zonas comerciales cercanas, pero las costumbres vecinales persisten.
Los vecinos aseguran que los nuevos ocupantes no respetaban las normas básicas de convivencia. "Entraban y salían a cualquier hora, y se les relaciona con varios hurtos", comentaron.
Final con tensión: intervención policial y blindaje del edificio
El lunes por la noche, los cinco jóvenes desalojados fueron trasladados por los Mossos d'Esquadra hasta la comisaría, escoltados por patrullas. Al lugar también acudieron cerca de treinta vecinos, algunos portaban palos, aunque los mandos policiales lograron controlar la situación.
Mientras tanto, el único comercio abierto en la zona -un colmado regentado por un ciudadano pakistaní- se convirtió en punto de encuentro informal para comentar los acontecimientos del día. La preocupación por la seguridad sigue latente en Can Clos, donde los residentes reclaman mayor presencia policial y soluciones definitivas para evitar nuevas ocupaciones conflictivas.













