

La cultura corporativa de las grandes tecnológicas está siempre bajo la lupa, entre la admiración por su innovación y las críticas por el ritmo implacable. En primer plano aparece Amazon, una empresa que no deja indiferente a nadie.
Recientemente ha resurgido una frase inquietante de su fundador, Jeff Bezos, en la que insta a sus trabajadores a despertar "aterrorizados", una manifestación extrema de su filosofía obsesionada con el cliente.
La obsesión que Jeff Bezos buscó llevar a Amazon
En una entrevista realizada por CNETen 1999, Bezos dejó clara su estrategia y explicó que su intención no era infundir miedo hacia los competidores: "Les pido a todos aquí que se levanten aterrorizados cada mañana, con las sábanas empapadas de sudor. Deberían tener miedo de nuestros clientes".

Para él, esta presión constante es la clave del crecimiento. Mantener a su equipo vigilante, convencido de que puede perder la confianza de los usuarios en cualquier momento. "Nuestros clientes son leales hasta que alguien les ofrece un mejor servicio", indicó el empresario.
En búsqueda del perfeccionismo extremo
Esa exigencia extrema no es solo retórica. Exempleados y analistas señalan una cultura "notoriamente confrontacional", donde Bezos reaccionaba con comentarios duros y cuestionadores, incluso calificando ideas como "estúpidas" durante reuniones.
Un entorno donde el perfeccionismo se impone y la presión psicológica forma parte del día a día. Según un artículo publicado por el Harvard Business Review, Bezos lanzaba frases cortantes en sesiones intensas denominadas "nutters" ("locas"), reflejo del rigor extremo que exigía.
El éxito detrás del sufrimiento
Hoy, 26 años después de esta entrevista, Amazon es hoy un gigante que vale más de 2,2 mil millones de dólares y Jeff Bezos acumula una de las mayores fortunas del planeta.
Esta mentalidad, centrada en la "obsesión por el cliente", es considerada clave en su éxito. El empresario aseguraba que ese miedo no era arbitrario, sino un "test brutal" para mantener el rendimiento y la innovación en su máxima expresión.

Sin embargo, algunos extrabajadores denuncian que esa estrategia bordea lo abusivo, y señalan que ha habido consecuencias en el equilibrio emocional y la motivación del personal.
El dilema está servido: ¿hasta qué punto una presión extrema es justificable si produce resultados excepcionales? Un entorno que premia el rendimiento puede pasar factura en términos de salud mental y bienestar laboral.
Hoy, compañías rivales vigilan con atención el modelo de Amazon: unos lo imitan, otros lo rechazan por considerarlo poco sostenible. En un panorama en el que hablar de "inteligencia artificial" y "automatización" es habitual, la presión por mantener estándares implacables sigue al alza.
















