

Si hay otro debate, Daniel Scioli va a volver a faltar. Bajo todos los escenarios que se plantean hoy en el comando de campaña naranja. Con su siempre críptico lenguaje, el propio presidenciable del FpV lo anunció ayer en una por demás distendida entrevista. "Les agarró la debate-manía a algunos ahora. Primero hablaron de voto electrónico, después que va a haber fraude, ahora de debate. Y así hacen con cada uno de los temas", sostuvo el gobernador bonaerense en Radio 10. Al compararlo con el escándalo de los comicios tucumanos, tampoco disimuló su molestia por la continuidad de la polémica tras su faltazo al evento de Argentina Debate.
"Ya está, no hablamos más. Es un tema terminado", sentenciaban ayer en La Plata. Cerrando incluso la puerta que había abierto el vocero naranja, Jorge Telerman. "Probablemente si hay reglas claras y sinceras, Scioli pueda concurrir a un debate presidencial", había opinado el cuasi ministro de Cultura provincial. Los gritos se hicieron oír en Villa La Ñata. El propio Scioli, que suele ser su mejor vocero, salió a desmentir al vocero de su campaña.
Por una razón de lógica pura la troupe naranja no puede ni plantear la posibilidad: si hay otro debate, ergo hay ballottage. En la gobernación bonaerense sostienen que su jefe gana en primera vuelta. Optimismo, fe, esperanza y estrategia de instalar una supuesta inevitabilidad.
"Si el tema de fondo es conocer las ideas y las propuestas de los candidatos, no hay nadie que las haya expresado con mayor claridad", afirmó el presidenciable. En el diccionario Scioli-Castellano, eso significa que no piensa asistir a ningún futuro debate. Hoy, cuando dice que el 25O será electo Presidente; o que, llegado el caso, se impone ante Mauricio Macri, su némesis discursiva, en un eventual ballottage en noviembre, sólo apostando a la disyuntiva PJ versus antiperonismo. No evalúa un escenario en el cual, en el mano a mano con un opositor, corra peligro su asunción el 10D. Tal vez, futuras encuestas lo puedan disuadir. Una parte del sciolismo no piensa lo mismo: "Si quedan sólo dos en carrera, no como ahora que se neutralizaron todos los opositores, no podemos correr el riesgo de perder algunos puntos".
Scioli aprovechó ayer para contraatacar, aún con el tema que pretende enterrar. Y, obvio, su blanco fue el postulante de Cambiemos. "Yo llevo adelante una agenda de trabajo con una coherencia y con una previsibilidad sin desconcertar al votante", comenzó, antes de lanzar el golpe: Los demás no pueden decir lo mismo, Macri ¿Cuál es el que va al debate, el que estuvo en contra de YPF y ahora dice que está a favor?".
Así como el menemismo aprovechó el "voto cuota", el sciolismo apuesta al "voto modelo" para convencer a los "independientes". Son catalogados en el búnker naranja como "sujetos críticos del Gobierno (de Cristina Fernández de Kirchner) pero que aprueban los pilares sociales y económicos del kirchnerismo (que el macrismo tiraría abajo)" . En esa lógica, un alineado Scioli se diferencia de la Casa Rosada con voceros informales: envió a Julián Domínguez a Europa a hablar de industrialización y a su par salteño Juan Manuel Urtubey a Estados Unidos, epicentro del sismo en el oficialismo por anticipar una negociación con los Fondos Buitre (Ver Página 3). Scioli, haciendo sciolismo explícito, esquiva la polémica.
"Perdón por la voz, canto hasta cuatro himnos por día", adujo la ronquera Scioli en un acto anteayer. Por eso la agenda hiperactiva volverá recién hoy: cerrará la Grieta electoral K al viajar al Chivilcoy de Florencio Randazzo con el propio ministro; compartirá otro acto con la Presidenta; y visitará una escuela agropecuaria con el ex mandatario uruguayo José "Pepe" Mujica. Pero toda las apuestas están en la visita a Córdoba de la próxima semana, provincia donde vive el electorado que no lo votó en las PASO con el que espera ganar en primera vuelta.













