Históricamente, tocar la legislación laboral en la Argentina era considerado un “suicidio político”. El axioma dictaba que cualquier intento de flexibilización chocaría contra una pared de rechazo social amparada en la defensa de los “derechos adquiridos”.
Sin embargo, una nueva encuesta de alcance nacional sugiere que, hoy, ese paradigma en la Argentina está roto: actualmente, siete de cada 10 argentinos consideran “urgente” una reforma laboral.
Además, una mayoría absoluta cree que el marco normativo vigente es un obstáculo para el crecimiento económico.
Los datos se desprenden del último informe de DC Consultores al que tuvo acceso El Cronista, realizado entre el 6 y el 8 de diciembre de 2025 sobre 1710 casos.
El estudio, titulado “El Estado-Estorbo: el fin de la paciencia social”, expone cómo la ciudadanía gira cada vez más hacia un pragmatismo productivo, mientras le suelta la mano a las estructuras tradicionales de protección laboral.
El fin del tabú: la reforma como necesidad
Ante la pregunta “¿Cuán urgente es la reforma laboral?”, los resultados fueron contundentes. Un 61,4% de los encuestados la calificó como “muy urgente”, dado que consideran que la legislación actual “frena el desarrollo”.
Si se suma el 10,53% que la considera “urgente” (bajo la premisa de que “atrasa”), el consenso a favor de un cambio estructural supera el 71%.
Del otro lado de la grieta, el núcleo que se opone a los cambios se redujo significativamente. Apenas un 21,05% considera que la reforma es “nada urgente” y sostiene el argumento de que “estamos bien, se perderán derechos”.
Este cambio de humor social se refleja también en la profundidad de los cambios exigidos. Al consultar sobre qué debería discutir el Congreso Nacional, la respuesta mayoritaria (45,58%) fue “todo”.
Le siguen los pedidos para terminar con la “industria del juicio” (19,73%) y la implementación de nuevas relaciones laborales (17,01%). Solo el 8,16% cree que el debate debe centrarse exclusivamente en la protección de derechos.
Sindicatos: generales sin tropa
El respaldo a la reforma laboral que impulsa el gobierno de Javier Milei se explica, en buena parte, por el colapso de la imagen de los sindicatos, que perdieron su legitimidad como dique de contención.
El informe de DC Consultores arroja una cifra lapidaria para el gremialismo tradicional: el 80,69% de los argentinos afirma que los sindicatos “NO representan a los trabajadores”, y los asocian directamente con un “negocio”. Solo el 19,31% siente que estas organizaciones los defienden.
Más allá de la representación, la relevancia misma del sindicato en la vida cotidiana está cuestionada. Para el 59,18% de los encuestados, los sindicatos no son importantes en su vida laboral.
Este dato resuena con fuerza en un mercado dominado cada vez más por monotributistas, freelancers y trabajadores de plataformas, para quienes el modelo sindical fordista resulta obsoleto.
El Estado como “estorbo” y el aval político
El estudio enmarca este pedido de reforma laboral en una visión más amplia sobre el rol del Estado. Para el 65,97% de los encuestados, el Estado argentino sin reformas es “un obstáculo” caracterizado por la burocracia, muy lejos de la visión del Estado como “protector” (6,25%) o como garante de la justicia social (10,42%).
Este clima de opinión tiene una traducción electoral directa de cara al futuro. El relevamiento incluye un escenario electoral proyectado a 2027, donde la opción “Javier Milei (reelección)” obtiene un 52,08% de intención de voto en primera vuelta.
La consultora destaca que existe una correlación directa: el electorado que exige desregulación y orden es el mismo que ratifica el rumbo del Gobierno.
Mientras tanto, el peronismo/kirchnerismo, representado en la encuesta por la figura de Axel Kicillof, retiene un núcleo duro del 18,75%, pero parece haber perdido la capacidad de interpelar a la mayoría productiva.