El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, advirtió sobre el freno de la actividad económica, la pérdida de competitividad y la persistente crisis del empleo formal en el país.
Durante una entrevista en Radio Rivadavia, Rappallini sostuvo que la reforma laboral en debate es clave para reducir la litigiosidad, modernizar el marco regulatorio y crear condiciones que permitan volver a generar trabajo registrado en la Argentina.
Las definiciones del titular de la UIA en el programa “Sobremesa de noticias”, llegan en un contexto de transición económica, marcado por el ajuste macroeconómico, tasas de interés elevadas y una recuperación industrial desigual que, según el sector empresario, se interrumpió a mitad de año.
Reforma laboral: el foco en la empleabilidad y la litigiosidad
Rappallini explicó que la UIA viene trabajando desde hace meses junto al Grupo de los Seis —integrado por la Cámara Argentina de Comercio (CAC), CAME, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, ADEBA y la Sociedad Rural— en proyectos orientados a incentivar la creación de empleo y reducir la conflictividad judicial laboral.
“El problema es estructural: hace más de 15 años que la Argentina no genera empleo privado registrado de manera sostenida”, afirmó el dirigente industrial, un dato que coincide con estadísticas oficiales del Ministerio de Trabajo y del INDEC, que muestran estancamiento del empleo formal desde principios de la década pasada.
Uno de los ejes centrales de la reforma es modificar los incentivos actuales del sistema laboral. Según el titular de la UIA, hoy “están puestos más para el juicio que para la productividad”, lo que genera costos imprevisibles para las empresas y desalienta nuevas contrataciones.
En ese sentido, puso como ejemplo los juicios laborales con montos elevados, potenciados por la aplicación de multas automáticas y el anatocismo (capitalización de intereses), que en algunos casos alcanzan cifras de entre 300 y 1000 millones de pesos.
Cambios prácticos y fondo de cese laboral
Entre los puntos que busca regular la reforma, Rappallini mencionó situaciones que ya ocurren en la práctica, como el fraccionamiento de las vacaciones acordado entre trabajadores y empleadores, pero que hoy no cuenta con un marco legal claro.
Asimismo destacó la propuesta de un fondo de cese laboral financiado con un aporte mensual del 3%, similar a modelos utilizados en otros países y en algunos convenios sectoriales locales, con el objetivo de dar previsibilidad tanto a empleados como a empleadores frente a la finalización de un vínculo laboral.
Respecto a las críticas de la CGT, que habló de “sincericidio” tras declaraciones oficiales sobre la retroactividad de la reforma, por otra parte, evitó confrontar directamente, pero remarcó que el debate de fondo es cómo volver a generar empleo en un país con altos niveles de informalidad.
La industria, en alerta por el freno de la actividad
El titular de la UIA manifestó una “preocupación muy fuerte” por la situación industrial. Según explicó, el inicio de 2025 mostró una recuperación heterogénea, con algunos sectores rebotando tras la recesión, pero ese proceso se frenó abruptamente desde julio con la suba de tasas de interés.
“El impacto fue mucho más duro en los sectores que venían más retrasados”, señaló, y alertó sobre cierres de empresas y la presentación de expedientes preventivos de crisis, una herramienta legal que permite a las firmas anticipar dificultades para sostener el empleo.
En ese contexto, insistió en que el Gobierno debe avanzar con medidas que reactiven la economía real, especialmente el crédito productivo.
“El problema no es solo abrir la economía. El atajo de bajar precios importando sin impuestos no resuelve el fondo de la cuestión”, sostuvo. Para el dirigente, el desafío pasa por reducir el llamado “costo argentino”, que incluye una carga impositiva que representa entre el 50% y el 60% del precio final de muchos productos.
La reforma tributaria, reconoció, será “verdaderamente muy complicada”, pero indispensable si se busca que el productor nacional pueda competir en igualdad de condiciones.
Qué espera la UIA para 2026
De cara al cierre del año y a 2026, Rappallini definió al actual como un período de transición. Se mostró optimista respecto a una continuidad en la baja de la inflación, siempre que se logre reactivar la actividad económica y consolidar un proceso de crecimiento.
Recordó que, durante los años 90, la estabilización macroeconómica estuvo acompañada por tasas de crecimiento del 7% al 10%, lo que hizo que el ajuste fuera menos traumático.
Sobre el tipo de cambio, relativizó la discusión en torno a un dólar a $1500. “El debate central no es el valor del dólar, sino los costos internos y la competitividad”, afirmó, y llamó a profundizar las reformas estructurales para que la industria sea protagonista de una nueva etapa de desarrollo.
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