

El santafesino Maximiliano Pullaro, gobernador una de las provincias con mayor peso propio en el tablero del país, afirma no estar cómodo con la polarizada política nacional y, mientras trata de mostrar los números de su gestión, busca hacer equilibrio entre los reclamos al gobierno nacional y el acompañamiento con salvedades a una agenda de reformas que, él afirma, son necesarias.
Valora positivamente que el presidente Javier Milei haya convocado a gobernadores a dialogar sobre diversos temas, pero sigue reclamando a la Casa Rosada por fondos que se adeudan.
El Cronista -junto a un reducido grupo de medios- dialogó con el dirigente radical que ayer participó de un panel en el que tuvo un contrapunto destacado respecto del rol del Estado con el titular de la Secretaría de Coordinación de la Producción nacional, Pablo Lavigne.
—¿Cómo se renovó la relación política con el nuevo gabinete después de la reunión con el presidente? ¿Qué cambió después de octubre?
—Tuvimos una sola reunión, la que convocó a 18 gobernadores de la Argentina más el jefe de Gobierno de la Ciudad. Vi al presidente con un cambio de humor: había pasado la elección y también se habían disipado muchas dificultades económicas que se preveían y finalmente no ocurrieron.
Lo segundo es que lo vi dispuesto a dialogar, a plantear temas para debatir. Los puntos que puso sobre la mesa son temas comunes, que nosotros ya teníamos en la agenda política. Formamos parte de Juntos por el Cambio, yo soy radical, y siempre impulsamos modernización laboral, reforma tributaria y reforma del Código Penal.
La reforma previsional, en cambio, casi nadie la menciona. En Santa Fe sí nos animamos a hacerlo: fuimos la única provincia que se atrevió porque teníamos una caja de empleados públicos con un déficit muy grande. Lo hicimos para salvar la caja y no tener que transferirla a la Nación.
En cuanto al resto, es agenda compartida. Hay miradas diferentes: desde el interior somos más productivistas, porque creemos en eso; tal vez desde Buenos Aires la visión es más financiera. Pero vamos a colaborar aportando nuestra mirada en temas que Argentina necesita resolver.
—Desde esa mirada productiva, ¿qué diferencia hay respecto de la postura que escucharon del gobierno?
—Cuando veamos los proyectos completos vamos a poder opinar mejor. En principio, sobre la modernización laboral, nuestra perspectiva es la de las PYMES: cómo sacarle carga para que puedan producir y vender más. Santa Fe tiene 7.000 PYMES que concentran la mayor parte del empleo privado. Eso es lo que vamos a defender.
Quizás hay una visión más enfocada en grandes industrias o corporaciones. Para nosotros, el centro debe ser la PYME. Un empleado que no funciona o que roba no puede, al ser despedido, terminar tumbando a la empresa. Eso no es racional en ninguna parte del mundo, y hoy en Argentina pasa.
—¿Hubo algún cambio en materia de obra pública nacional?
—Firmamos un convenio por el cual, de unas 300 obras que tenía el gobierno anterior en la provincia, Nación se quedaba con ocho o nueve, y Santa Fe con cerca de 30. Las demás eran obras pequeñas ejecutadas en municipios.
Nosotros terminamos las que nos habíamos comprometido. Nación, antes de las elecciones —no ahora—, reactivó dos obras muy importantes: dos plantas potabilizadoras, una en Rosario y otra en Santa Fe. Pagó certificados por 4.000 millones de pesos.
Hoy no vemos una reactivación de la obra pública. La demandamos, primero por el acuerdo firmado y segundo porque la mayoría de las rutas están en un estado muy malo.

—¿Cómo evalúa la performance de Provincias Unidas?
—Hubiésemos esperado más. La polarización hizo que Argentina discutiera entre dos modelos, y fue muy difícil plantear uno intermedio, más productivo, que represente al campo, la industria —sobre todo PYMES—, y también el rol de la ciencia, la tecnología y las universidades.
Creo que debe surgir un modelo desde el interior, como alternativa nacional. No estoy conforme con las opciones que ofrece hoy la política: un liberalismo y un populismo que nos llevan a lugares que no creemos buenos para los argentinos. Estamos convencidos de que la salida es crecer y generar trabajo. Gobernar hoy es generar empleo y mejorar las condiciones de vida.
El gobierno nacional ganó, podemos analizar muchos factores, pero la Argentina no cambió después del triunfo. Sí hubo una estabilidad económica mayor, lo cual nos ayuda, especialmente a quienes gobernamos con equilibrio fiscal. Yo recibí una provincia con déficit y deuda flotante y logramos ordenarla. Pero la salida es producir más y generar empleo, y ese debate hoy no está en Argentina.
—Ahora se debatirá el presupuesto en sesiones extraordinarias. Pensando en rutas y obras que Nación adeuda, ¿qué rol tendrán los legisladores de Santa Fe?
—Vamos a intentar incluirlas en el presupuesto. Además, Santa Fe tiene un tema muy pesado: la deuda que Nación mantiene con la provincia. Trece provincias no transferimos nuestras cajas jubilatorias, y había pactos fiscales que establecían que Nación debía cubrir una parte del déficit.
Nosotros hicimos nuestra parte, corregimos el déficit, pero Nación nos debe alrededor de 20 mil millones de pesos por mes. Estamos hablando de una deuda que supera un billón de pesos y, según algunas estimaciones, cercana a los dos billones.
Nos gustaría, como gesto, que eso esté en el presupuesto. Sabemos que a Nación le puede costar asumir una deuda así, pero estamos dispuestos a discutir mecanismos: Nación tiene bienes en Santa Fe que podría transferir; también podría cancelar con bonos a vencimiento futuro, cuando tenga equilibrio fiscal. Santa Fe quiere cobrar. Si no, el diálogo político se vuelve muy difícil.
—A ustedes les deben cerca de dos billones. La provincia de Buenos Aires dice que le deben 13.000. ¿Hay un mecanismo para que el Gobierno Nacional asuma estas deudas?
—Lo reclamamos primero de forma institucional, pero también ante la Corte Suprema. Y no se trata de quebrar al Estado nacional: son recursos que nos corresponden y queremos discutirlos con honestidad política.
No sirve que algunas provincias hagamos el esfuerzo y otras no, o que Nación logre equilibrio fiscal con deudas. Eso es cerrar los papeles, pero no los objetivos.
Además, asumimos gastos que Nación recortó: educación, transporte, salud, partidas alimentarias. Si no hay conflictos sociales de gran magnitud es por la inversión de las provincias.
Santa Fe, por ejemplo, achicó el Estado: tenemos 6.000 empleados públicos menos en dos años, bajamos 40% el costo de la obra pública y pagamos los medicamentos un 82% menos que su precio de lista. Solo en medicamentos, en un año y medio ahorramos 184.000 millones.
Ese esfuerzo es para desarrollar infraestructura, mejorar educación, salud y seguridad. Lo hacemos con recursos propios. Por eso no es justo que Nación no nos pague lo que nos debe.













