

Ernesto Laclau fue el intelectual que cambió la mirada de las ciencias sociales sobre el populismo. Esa sola provocación teórica lo convirtió en uno de los politólogos importantes de su tiempo, con adeptos y detractores apasionados por igual. Pero fue también un teórico popular, no solo porque su producción puso al pueblo en el centro de su teoría, sino porque en su práctica cotidiana no le mezquinó respaldo público y filosófico al proceso político que vivió Latinoamérica en la última década. Se manifestó chavista y kirchnerista sin ambages. Ayer murió en Sevilla de un infarto, a los 78 años.
No es casual que en la historia académica de Laclau aparezcan apellidos insoslayables. Tras estudiar Historia en la UBA trabajó con Eliseo Verón, Gino Germani y José Luis Romero hasta que el historiador Eric Hobsbawm lo convocó a Inglaterra, adonde el argentino terminaría doctorándose. A lo largo de ese recorrido elaboró un análisis político que rompió con el discurso monótono que tenía hasta entonces la ciencia política sobre el populismo.
Marx, Gramsci, Derrida, Saussure y Lacan fueron algunas de sus principales influencias teóricas. A partir de esos autores, Laclau se enfocó en el aspecto discursivo de las construcciones políticas y dio contenido a una definición novedosa de populismo, muchas veces reducida de manera injusta a la exaltación de los antagonismos. Populismo es, según Laclau, una forma de articulación de demandas sociales (que pueden ser de sectores postergados o no, y que pueden identificarse como de izquierda o de derecha) que combina elementos carismáticos y discursivos y que permite ampliar las bases democráticas de la sociedad.
Cuando las masas populares que habían estado excluidas se incorporan a la arena política, aparecen formas de liderazgo que no son ortodoxas desde el punto de vista liberal democrático, como el populismo. Pero el populismo, lejos de ser un obstáculo, garantiza la democracia, evitando que ésta se convierta en mera administración, definió alguna vez. Siguiendo esa línea de pensamiento, consideraba que la prohibición de una re-reelección kirchnerista era antidemocrática.
Esa producción teórica irrumpió casi a la par del kirchnerismo (La razón populista, su obra más conocida, se publicó en 2002) al que le dio sostén intelectual, al punto de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha citado algunos de sus conceptos. Ayer, gran parte del arco político oficialista lamentó su fallecimiento. Alicia Kirchner, Agustín Rossi, Daniel Filmus, Mario Oporto, Florencia Saintout y Juan Manuel Abal Medina fueron algunos de los que exaltaron su trayectoria.
El 20 de mayo se publicará en Londres su último libro, The rhetorical foundations of society, con ensayos que continúan a Hegemonía y estrategia socialista, obra central de la perspectiva teórica que Laclau inició con su mujer, la politóloga belga Chantal Mouffe.













