

Fue la tercera aparición pública del Secretario de Legal y Técnica en solo diez días. Carlos Zannini, hombre poco afecto a los micrófonos, sorprendió anoche como orador central en la ex ESMA, en medio del escándalo que generó el juez Norberto Oyarbide al admitir que frenó un allanamiento tras un llamado de Carlos Liuzzi, número dos de la Secretaría.
El jueves pasado Zannini había irrumpido, sin invitación, en la cena de gobernadores peronistas, dispuestos a reordenar el PJ y debatir problemas económicos y sociales lejos de los oídos de la Rosada. Su presencia y la del jefe de Gabinete Jorge Capitanich, generó más que malestar. Antes, el jueves 13, el Secretario había llorado en un plenario del Senado al defender el acuerdo con Repsol y revelar negociaciones secretas.
El discurso de ayer (con una fuerte embestida contra Clarín, La Nación y Papel Prensa) se asemeja a otros redobles K. Amén de que ayer, sin Cristina, el funcionario fue el vocero y abanderado del kirchnerismo para conmemorar la entrega del predio a los organismos de Derechos Humanos, la apuesta imita otras réplicas oficialistas como aquella en que Amado Boudou, enlodado también por un escándalo judicial, puso la cara tras la derrota K. O las movidas y anuncios que hace el cuestionado jefe del Ejército, César Milani, o el apoyo a Hebe de Bonafini tras las investigaciones contra su Fundación, lo que ella retribuyó respaldando al denunciado militar.
De todos modos y más allá de Zannini, lo cierto es que aún a los más leales al Gobierno les cuesta defender la designación de Milani, acusado por violnaciones a los Derechos Humanos. De hecho, solo Hebe de Bonafini lo hace a viva voz.













