De mi lado, o del otro. Bien podría ser ese el leit motiv del kirchnerismo, sobre todo, en el último mandato de la presidenta Cristina Fernández. Ese mensaje se trasladó a la Justicia, con afrentas varias a los jueces que, ni lerdos ni perezosos, respondieron con investigaciones que apuntan al corazón del Poder Ejecutivo, léase el vicepresidente Amado Boudou e incluso hoy la propia Cristina.

Desde ambos sectores saben que el juego funciona así. Si me pegás, te respondo más fuerte. La inocencia queda de lado.Claudio Bonadio pasó inadvertido por el detector “K” durante años, pero desde 2012, a partir de investigaciones contra ex hombres clave de la función pública como Guillermo Moreno o Ricardo Jaime, empezó a ser seguido de cerca. El procesamiento dictado a Boudou por un auto “falto de papeles” lo terminó de marcar como un enemigo público de todo el aparato kirchnerista.

La denuncia que hoy le radicó en el Consejo de la Magistratura el secretario de Justicia Julián lvarez por su presunto mal desempeño en el expediente “Hotesur” es apenas una en la decena de cuestionamientos que esperan resolución para determinar si el juez va o no a un jury de enjuiciamiento en el que podría ser destituido.

El Gobierno no cuenta con los votos para hacerlo, al menos hasta ahora, pero tiene en lvarez a un representante que está dispuesto a todo con vistas a un año que, cree, será trascendental para su futuro político. A los 33 años, este joven funcionario construyó una ascendente carrera que no quiere detener el día después de que Cristina deje el poder.

Por eso, consciente de que su cargo en el Consejo como representante del Ejecutivo vence en un año y que difícilmente lo renueve, uno de los camporistas con mayor exposición mediática piensa en la atractiva intendencia de Lanús, donde se perfila como el posible sucesor del también kirchnerista Darío Díaz Pérez, peleando el municipio con quien surja como candidato del Frente Renovador de Sergio Massa. Por eso, quizás, en el último mes se lo vio bien pegado al gobernador bonaerense Daniel Scioli.

El mientras tanto lo encuentra dando batalla en la Magistratura, tratando de colgarse la medalla de ser quien envió a juicio político a Bonadio, el nuevo enemigo de un Gobierno que no quiere que los conflictos judiciales le nublen la aparente primavera política y económica que atraviesa.