El proyecto de Ley de Presupuesto 2013 incluye una gran cantidad de perlas. Podríamos hablar de la grosera subestimación de ingresos y gastos, del olvido en ajustar las remuneraciones a los empleados públicos, jubilaciones e incluso de la Asignación Universal por Hijo, o de la ya clásica negación de la inflación, entre tantas otras cosas.


Pero veamos con mayor detenimiento algo todavía más trascendental, como lo es la proyección de crecimiento de la economía. Las estimaciones del Ministerio de Economía indican que el Producto Bruto Interno aumentará 3,4% este año y 4,4% el próximo. Cabe aclarar que lo que el presupuesto estima es el crecimiento que luego determinará el INDEC, con lo cual cabe esperar cierta discrepancia con estimaciones alternativas menos sesgadas (0-2% en 2012 y 2-3,5% en 2013). Incluso suponiendo que dicho organismo fuera fiable, ¿son reales estas proyecciones?


Las estadísticas oficiales registran una expansión económica del 2,5% anual durante la primera mitad del año, con lo cual, para alcanzar la meta presupuestada, el crecimiento debería acelerarse durante el segundo semestre hasta superar el 4% anual. Para poner las cifras en perspectiva, ello implica que la economía debería mostrar un rebote más fuerte que el registrado por las estadísticas del INDEC durante la última desaceleración/recesión (2009), aún cuando la desaceleración actual resultó ser más moderada que aquella.


¿Más muestras de inconsistencias? De cumplirse el pronóstico del Presupuesto, la expansión económica de este año dejaría no menos de 3 puntos de crecimiento para el 2013, piso demasiado elevado si la meta del año próximo es de 4,4%, sobre todo teniendo en cuenta el impulso que brindarán factores exógenos importantes como la buena cosecha agrícola, elevados precios internacionales y un mayor crecimiento brasilero.


Las discrepancias entre las estimaciones de un presupuesto que muchos juzgan como papel pintado y un organismo poco fiable como el INDEC importan, más allá de la valorable transparencia en el accionar del Estado.


Hay plata de por medio. Cuando el año finaliza con un crecimiento del PBI superior al 3,25%, el Estado Nacional debe pagar en diciembre siguiente cerca de 3.500 millones de dólares, en concepto del Cupón PBI, título legado de la reestructuración de la deuda del 2005.


Son 7.000 millones de dólares en dos años que, Fondo del Desendeudamiento mediante, saldrán del stock de reservas acumulado por el Banco Central.


Así llegamos a la principal paradoja del Presupuesto (y del relato). En vez de reconocer que la economía sufrió una brusca desaceleración, motivada por diversos factores, el Gobierno está dispuesto a pagar deuda (y mucha), cuando no le correspondería hacerlo.