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En 100 días de gobierno se desplomaron todos los índices que marcan el consumo en la sociedad. Así y todo, el Gobierno se mantiene firme en imponer su teoría del derrame: tarde o temprano, el sistema se va a reordenar por la armonía intrínseca del librecambio. Por diversas razones, su núcleo duro de apoyo popular sigue intactopero el respaldo popular a nivel general ya acusa el impacto del ajuste acelerado

El último informe de la consultora Ad hoc, que monitorea la conversación en las redes sociales de la Argentina, revela que durante el mes de febrero y los primeros días de marzo la imagen digital de Javier Milei se mantiene en una curva ascendente de negatividad. No es un dato menor si se considera que el Presidente escribe el relato de su gestión en ese foro virtual y mide los alcances de sus mensajes en la cantidad de impresiones que le devuelven sus tuits.

Lo reiteró en la última de sus entrevistas con Luis Majul: Twitter es su ventana al mundo. Funciona como su termómetro social para medir lo urgente, aunque el sesgo de lectura que mueve la red de Elon Musk reduzca el marco de esa realidad que le devuelve a un paisaje tan intenso como sesgado.

Quizás por esto, el Presidente nunca abandonó las formas de un candidato. Lo que en su entorno definen como un estilo natural y no una mera estrategia sigue siendo la regla del ejercicio de su poder y nada hace prever que vaya a cambiar. En sus primeros 100 días, el sindicalismo, los gobernadores, el periodismo, el Congreso y hasta algunos artistas populares pasaron a englobar el Diagrama de Ven de la casta.

Es la manera que halló Milei para relegitimarse en el ejercicio cotidiano y fue funcional en estos cien días para reposicionarse en la opinión pública desde su platea digital. Algunas veces con mayor éxito que otras: por caso, su confrontación con Lali Espósito -muestra el relevo de Ad Hoc- le significó un pico tan elevado de menciones positivas como negativas en la redes sociales mientras que su duelo con Ignacio Torres, el gobernador de Chubut, le valió una diferencia a favor.

"Las distintas disputas protagonizadas por el Presidente fueron el centro de la conversación durante el mes de febrero. Los múltiples frentes evidencian una agenda dispersa caracterizada por la confrontación", se lee en el análisis de las redes presidenciales donde el 31% de sus publicaciones las dedicó a discusiones -con Lali (39%); el Congreso (31%) y los gobernadores (30%)-, el 20% a destacar muestras de apoyo y el 19% a críticas. De sus cruces con las provincias, el 50% del tiempo lo dedicó a dos mandatarios: Ignacio Torres y el bonaerense Axel Kicillof.

En este sentido, la foto que subió el vocero Manuel Adorni a sus redes en las horas siguientes al discurso del 1 de marzo con el esquema propuesto por Milei para la nueva etapa de gobierno es por demás elocuente respecto a lo que vendrá. Mostraba un único camino: el del Presidente o el del conflicto, citando en un apartado de ese mismo boceto y con el puño de Milei el principio de las ventanas rotas como regla para decodificar su accionar.

"En estos 100 días de mandato presidencial, se ha ido desgranando un poco ese apoyo inicial con el que comenzó en diciembre, que arrancó más cerca del 60%. Aunque se mantuvo la aprobación, fue creciendo la desaprobación. ¿Por qué? Porque los neutrales empezaron a tomar partido por la postura de rechazo", detalla el politólogo Facundo Cruz, de Pulsar.

Y ubica la performance de Milei bajo la lupa internacionalista comparada, en un sendero muy similar al de otros presidentes en ejercicio en América Latina en la pospandemia. "No se aleja mucho de lo que ocurrió con Boric, con el tercer Lula da Silva, Pedro Castillo o incluso Gustavo Petro. Son todos presidentes electos después de la pandemia en contextos electorales, además de altísima polarización política. Asumen con una aprobación de entre el 55% y el 60% y en los 100 días de gobierno, esa aprobación ya ronda el 50%", indica a El Cronista.


El principio de tolerancia cero en la política

La teoría de las ventanas rotas tiene una raíz criminalística más que política y, como tal, sostiene que los delitos menores abren la puerta a los crímenes de mayor envergadura. De ahí que el abordaje por parte de las autoridades debe ser implacable. En los ‘90s, la dupla Bratton-Giuliani puso de moda el principio en Nueva York, vinculado a la idea de "tolerancia cero". Trasladado a la política, el eje rector del discurso de Milei se traduce en la consigna del "todo o nada" que no se cansan de repetir sus funcionarios.

"El Presidente busca legitimidad en el pasado inmediato. Y está bien, es inteligente. El consenso que existe sobre el fracaso de lo que podemos llamar macrismo y kirchnerismo es amplio. Ahora, el modelo no parece ser el del conflicto controlado, sino más bien espasmódico", comenta Javier Correa, director de Ad Hoc, en diálogo con El Cronista.

Y añade: "Esto tiene doble riesgo: acelera reacciones de los atacados, que eventualmente tienen incentivos para unirse; y aumenta la necesidad de resultados concretos. La ciudadanía puede afrontar la crisis económica mientras observa el conflicto, pero va a necesitar ver que ese sendero lo lleve a algún lugar de mayor comodidad. Esto generará presión en las expectativas sociales".

El cuadro que publicó días atrás el consultor Guillermo Oliveto ilustrando la caída en todas las variables de consumo desafía toda lógica para la legitimidad de ejercicio de un Presidente. En otras palabras, a esta altura, cualquier otro gobierno hace rato se hubiera desplomado junto con las variables.

"Lo más importante de los primeros 100 días de Milei es todo lo que no ocurrió, la grieta ‘simbólica' que impuso seleccionando enemigos, los niveles de ‘esperanza' que aún se registran y que su imagen sigue estable. Es un montón", tuiteó la analista Mora Jozami sobre la base de un sondeo propio.

Con flechas apuntando hacia abajo, el cuadro de Oliveto muestra la caída en el verano de todas las conductas de consumo en contraste con 2023: electrodomésticos (-50%), autos 0km (-33%) y shoppings (-30%), solo por citar las tres mayores caídas en la actividad económica.

Misma tendencia registran indumentaria (-30%), construcción (-29%), el despacho de cemento (-20%), farmacias (-14,5%) y la lista sigue, siempre hacia abajo con la única salvedad de un mínimo repunte de los autoservicios barriales (0,5%) donde las compras se ajustan a la necesidad diaria.

Llamativamente, en ese tobogán no entra la confianza del Gobierno que se mantiene por encima del piso del 50%. En 2023 y 2022, con índices a la inversa -todos en crecimiento- la confianza en el gobierno del Frente de Todos estaba en los 28 y 25 puntos, la mitad de la actual. Eso le basta al Gobierno, por ahora, para revalidar su estrategia.

"Los objetivos se están logrando: superávit, se bajó el riesgo país y se evitó una hiperinflación. En simultáneo, el Presidente mantiene una popularidad con picos semejantes a la elección", celebran en el espacio liberal

Así y todo, admiten que hay fallas en la ejecución diaria, inexperiencias legislativas que se tradujeron en la caída de la ley ómnibus, durante el debate en particular, y el revés al DNU en el Senado por las distorsiones en el vínculo con la vicepresidenta Victoria Villarruel.

Ambos episodios constituyen derrotas de volumen político en estos cien días pero son los otros ruidos de menor intensidad pero alto impacto social, como el escándalo de los salarios públicos, los que los analistas creen que primero pueden lesionar la confianza de parte del 56% que lo eligió en noviembre.

En la última encuesta de Zuban Córdoba y asociados, ya hay un 69,8% cree que su situación está peor con Milei. Sin embargo, ese porcentaje se reduce al 54% cuando se consulta entre quienes lo votaron. Lo mismo ocurre frente a la consigna "No sé qué más ajustar para llegar a fin de mes". Un 69% coincide con esta afirmación pero, entre los electores del libertario en primera vuelta, se reduce al 38%.

"El que resiste en el núcleo duro de Milei es un votante más ideologizado, que aún conserva expectativas positivas sobre su voto -explica Paola Zuban a El Cronista-. Aún viendo deteriorada su capacidad económica y calidad de vida apuesta a una idea de futuro más positiva que el resto porque del otro lado no hay nada. Solo una oposición desarticulada y difusa entre dialoguistas y no dialoguistas sin liderazgos, norte o propuesta".

Del otro lado, hay un impacto en la calidad de vida evidente que se traduce en los rubros donde las personas empezaron a hacer sus recortes: un 26% dejó de comer afuera, un 17% resignó recitales, un 11% dejó de comprar ropa y un 11% ya no puede ahorrar. Conductas que perfilan al consumidor y votante de clase media que eligió a Milei en el balotaje y que puede empezar a torcer el humor social.