Los polémicos contratos a dólar futuro. Los veedores del Estado en las empresas privadas. Los feriados puente y su impacto en el consumo. Los subsidios con o sin sintonía fina. Las estatizaciones a las trompadas. Las privatizaciones de las que nadie se quiere acordar. El tipo de cambio unificado. Las mini y las megadevaluaciones. Las reservas que se fueron del Banco Central. Los fondos buitre. Quien quiera oír que oiga. El final de la campaña encuentra a Daniel Scioli y a Mauricio Macri discutiendo de economía.


Hay un cambio ostensible entre las estrellas mediáticas de la campaña. Los Miguel Bein y los Alfonso Prat Gay se mezclan con las Silvinas Batakis y los Rogelios Frigerios. Los economistas le han robado las butacas de Animales Sueltos, de Intratables, de Telenoche y se han apoderado de los platos de Mirtha Legrand que antes saboreaban Alberto Pérez, Federico Pinedo, Pepe Scioli o Laurita Alonso. La inquietud por la evolución del dólar y por el techo de la inflación pueden más que los escándalos de corrupción y la muerte jamás explicada de Alberto Nisman.


¿Logrará Scioli con este fenómeno emparejar la distancia que las encuestas le adjudican a Macri? El candidato del oficialismo se siente más cómodo atacando a su rival, pero lo cierto es que la discusión por el bolsillo de los argentinos no parece anunciar cambios dramáticos a tres días del ballottage. Y el descenlace tiene bastante de lógica política. Hay pocas cosas más difíciles que sacarle rédito electoral a una economía que lleva ocho años de inflación altísima, cuatro años de cepo cambiario, dos años completos de recesión y 20 meses sin conocer cuántos son los pobres en el país de las contradicciones.