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No alcanzó el anuncio de unidad ni el nombre de Unión por la Patria. En un desilachado frente la unidad hay que mostrarla y sobre el mismo escenario se montaron Sergio Massa, Axel Kicillof, Verónica Magario, Eduardo 'Wado' de Pedro, Juliana Di Tullio, y Federico Otermín, el heredero político del anfitrión Martín Insaurralde.

Ahí estuvo "Maxi", primer candidato a diputado nacional y presidente del PJ. Máximo Kirchner fue el más elogiado en una fiesta en la que, con la excusa de lanzar a Otermín, se trataron de disimular las tensiones.

El inicio fue con el bombo de Tula, una liturgia peronista que destacó Massa en su debut como presidenciable en Lomas de Zamora donde Insaurralde va como concejal después de haber perdido toda chance de pelear la gobernación. El final fue con música y papelitos de colores a pesar de que hubo algún cántico para condicionar al candidato a Presidente. "Patria sí, colonia no", se oyó desde las tribunas en una semana clave en la renegociación con el FMI.

Con su discurso Massa apuntó a recuperar la mística en un contexto de dificultades económicas y crisis política del oficialismo. Apenas una hora antes la Vicepresidenta había sido muy dura con el Presidente de la Nación.

"Compañero y amigo Máximo", llamó Massa al presidente del PJ. "Pequeño gigante y enorme gobernador", nombró a Kicillof y lo puso por encima de todos sus antecesores, incluso de su favorito Felipe Solá.

Las prioridades de Massa antes de salir de campaña

Massa necesita enamorar al electorado en un escenario de tercios pero antes necesita recomponer con los propios. Por eso el debut fue en Lomas de Zamora, bastión del principal socio bonaerense que tiene Kirchner hijo. Fue un lunes que arrancó con orden en la gestión y una sucesión de funcionarios a los que mandó a hablar con el periodismo a primera hora de la mañana en la puerta del Ministerio de Economía y antes de la apertura de los mercados. Recién la tarde noche fue política.

La prioridad de Massa para su primera semana de candidato es la economía. Así se lo dijo a todo su equipo y bajó la orden de reforzar el vínculo con los sectores que les tocan. Está obligado a demostrar que no es incompatible el cargo con la candidatura y que el orden que se gestó con forceps se replicará en la gestión.

Lo dijo claro en el final del primer lunes com candidato: primero tiene que acordar con el FMI para después salir a recorrer el país. De eso depende la libertad de acción para la campaña.

No es el único que tiene que fortalecer vínculos con la militancia kirchnerista. También Cristina Kirchner tuvo que explicarle a la militancia el por qué del apoyo a Massa y recomponer con heridos como Daniel Scioli a quien por fin llamó por teléfono. "Es un bálsamo" le agradeció la comunicación el renunciado precandidato antes de volar a Brasil. También le contó que se sintió traicionado por el Presidente.

A Máximo Kirchner le pasan otras facturas por haber usado discrecionalmente la lapicera que nombró candidatos en las listas. "Armaron las listas a dedo, a espalda de los compañeros, sin posibilidad de ver la lista hasta el cierre de la misma y en una casa que ni siquiera era la del Partido", se quejó el barón Mario Ishii que pidió un paso al costado de Kirchner hijo.

El paceño se refería a la residencia que usa Insaurralde como Jefe de Gabinete en La Plata. El sábado entraban y salían los dirigentes para hablar con la dupla implacable que integraron Kirchner e Insaurralde. Hasta el gobernador Axel Kicillof tuvo que allanarse a esa negociación a cambio de sostener la misma fórmula que lo convirtió en ganador en 2019.

El enojo de Ishii se contagia entre una militancia desilusionada con la elección de Sergio Massa para encabezar la fórmula presidencial aún cuando, como dijo el intendente, el kirchnerismo armó las listas de diputados y senadores provinciales y diputados y senadores nacionales con tinta de leales tanto en Buenos Aires como en Capital y otros distritos.

La confesión de Cristina

En Aeroparque, en lo que arrancó como un acto pensado para dar un baño de kirchnerismo a Massa y ungirlo como líder de este tiempo, Cristina Kirchner se confesó. Mientras hablaba una cámara mostraba a una nena abrazando un ejemplar de su libro, "Sinceramente".

Massa hizo suyo el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia, se mostró cercano a dirigentes como Taty Almeyda y se apoyó en su mujer, Malena Galmarini, emocionada con el relato sobre la compra del avión que según probó la Justicia se usó para arrojar al mar a víctimas de la última dictadura.

A la inversa de lo esperable Cristina Kirchner defendió la designación de Massa aunque también dijo que en caso de haber habido PASO no era su favorito. De alguna manera lo liberó de ese estigma a horas de que Horacio Rodríguez Larreta, precandidato del PRO, dijera despectivamente que el ministro, su amigo, es kirchnerista.

Ella repitió, clarísimo, que la prioridad era una lista de unidad. Y que si había PASO, "el candidato de nuestro espacio era Eduardo 'Wado' de Pedro". Él mismo le devolvió la sonrisa al ministro del Interior sentado muy serio en primera fila.

En charlas que compartieron durante toda la última semana Cristina y Massa coincidieron en que el orden político ayuda al orden económico y que no hay chances electorales si no hay coordinación. Massa no podía empezar a caminar el país hasta que ella explicara por qué lo bendijo como precandidato.

Fue también la admisión de una debilidad. "El Presidente no hubiera querido a Wado", lamentó ella sobre la negociación de una fórmula única. Lo cobijó con palabras elogiosas pero se mostró pragmática: en política hay que conducir, apostar, y ser responsable, advirtió. También apuntó al FMI.

Fue más brutal que nunca al mencionar las condiciones de Alberto Fernández para pactar (dos lugares en las listas) y de la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, a quien reprochó querer competir con el gobernador Axel Kicillof o secundarlo.

Massa necesitaba que Cristina Kirchner se comprometiera con la fórmula presidencial en público. Ella hizo más que saludarlo con un tuit, le explicó a la militancia -lo mencionó explícitamente- por qué apostó por él en este turno electoral. Realismo puro.

Y no fue casual que el acto, tan simbólico, haya sido organizado justo cuando Alberto Fernández no podía asistir por haber viajado a Brasil. Con el cierre el acuerdo electoral, ya no les queda nada por compartir.