

El ministro de Relaciones Exteriores Gerardo Werthein le presentó este miércoles su renuncia al presidente Javier Milei, en el marco de los reacomodamientos que tiene previsto el Gobierno nacional con las elecciones legislativas como telón de fondo. En el Palacio San Martín a pocos sorprendió la noticia ya que hace tiempo transitaba entre roces y desconfianza con actores clave de la Casa Rosada.
La información fue confirmada por fuentes oficiales de la Casa Rosada, aunque en Cancillería reportaron que hacía varios días que el funcionario no estaba en sus actividades habituales. La nota fue presentada hoy y tiene fecha al próximo lunes, se detalló a este medio.
La salida del canciller se produce luego de la visita de Milei a Estados Unidos en la que hubo algunos cuestionamientos sobre el rol de Werthein por el recibimiento que hizo Trump a la delegación argentina. De hecho, la confusa referencia del mandatario norteamericano a los comicios por segunda vez -luego corregido en un posteo en Truth Social- se achacó a la falta de información provista por el ministro a la Casa Blanca.
Esta ofensiva recayó, sobre todo, en manos de influencers del mundo de Las Fuerzas del Cielo como Daniel "Gordo Dan" Parisini, un sector que siempre lo resistió. En rigor, Werthein se defendió en aquellos días de esas acusaciones restándole relevancia. Así y todo, nunca desconoció que trabajaba en Cancillería con referentes del Triángulo de Hierro monitoreándolo de cerca. Tanto el secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, como en su momento la abogada Úrsula Basset, respondían a Santiago Caputo y Karina Milei, respectivamente.
La decisión de Werthein se explica entonces por una combinación de factores internos y externos: en primer lugar, las mencionadas tensiones crecientes con el sector que responde a Santiago Caputo, asesor presidencial al que Werthein no quería tener como jefe directo, en medio de las versiones sobre un posible cambio de mando en la Jefatura de Gabinete cuando se modifique el equipo de ministros.
Pero también hubo malestar en esa parte del Gobierno porque en el marco de su gestión diplomática Trump condicionó la ayuda futura a Argentina a partir del resultado electoral, que no estaba vinculado con la reelección de Milei como manifestó erróneamente el mandatario norteamericano sino una elección de medio término.
De eso también se lo responsabilizó a Werthein desde Las Fuerzas del Cielo, pese a que el encuentro en la Casa Blanca como la reunión semanas antes en Naciones Unidas habían sido producto de su gestión. Para una parte de LLA, fue una oportunidad histórica que se desperdició con esas palabras del mandatario estadounidense, a la postre, siempre impredecible.

La inminencia de la renuncia de Werthein a la Cancillería ya había sido anticipada por el periodista Luis Majul, en LN+. Fuentes de la Rosada habían confirmado esa información ayer a El Cronista y habían aclarado que el mismo ministro se había ocupado de hacerla trascender, tras notificar al Presidente, con el objetivo que no fuera interpretada como una reacción al resultado electoral que en el Gobierno pronostican como muy ajustado.
Así y todo, nada lo privó de ser blanco del malestar en Casa de Gobierno y no solo del ala caputista. Desde el otro vértice también cuestionaron el timing del empresario para abandonar de forma oficial el gabinete, cuando la gestión libertaria se juega un pleno "a todo o nada" -porque así lo dispusieron ellos- en las elecciones del domingo. La presión para conseguir un buen resultado se vuelve un arma de doble filo.
"Que W se iba no era novedad. Nadie sabe quién viene", deslizó un hombre de La Casa a este medio en un rápido mensaje de reacción. Del canciller saliente nadie tiene demasiadas palabras gratificantes porque se cerró en un pequeño círculo difícil de penetrar. Werthein estaba a punto de cumplir un año al frente de la Cancillería, cargo que había asumido el 30 de octubre de 2024.
La desconfianza era moneda corriente en lo alto de la Cancillería luego del desplazamiento de Diana Mondino del cargo por una cadena de autorizaciones para mantener el voto tradicional contra el bloqueo de EE.UU. a Cuba en la ONU de la que nadie se hizo cargo. El episodio se zanjó con la salida de la canciller y una breve e infructuosa caza de brujas en el universo diplomático.
Dato curioso: la próxima semana volverá a tener lugar la misma votación, un debate habitual en estos días en el calendario de resoluciones del organismo multilateral. Nadie espera que la Argentina pueda ceñirse a su tradición diplomática en el marco de un alineamiento -y una dependencia- tan marcada con Washington por estos días.
Al momento de desembarcar en Cancillería, Werthein venía de cumplir su rol como embajador ante los Estados Unidos donde también debió lidiar con la diplomacia del back channel que eludía los canales de negociación tradicional para conectar con el poder republicano vía sus terminales en Miami. De ahí que el mismo hermetismo que lo rodeaba se trasladara fuera de los muros del Palacio San Martín.
Así y todo, conquistó su espacio a fuerza de una negociación comercial a la que Trump sometió al mundo y la Argentina no fue la excepción. De la mano de Luis María Kreckler condujo gran parte de este tironeo que no se pudo consolidar a tiempo para la foto presidencial. Una semana antes de la Asamblea General de la ONU, Werthein, Kreckler y parte del equipo negociador se había entrevistado con Jamiseon Greer, el puntal trumpista a cargo del Comercio Exterior de la Casa Blanca.

Pese a que en la Casa Blanca, tampoco olvidaban su afinidad con los demócratas, Werthein se consolidó en su rol frente a Javier Milei y visitó Olivos en más de una oportunidad en los últimos meses, mientras buscaba acercar posiciones con el área comercial de Washington y cerrar una visita a la Casa Blanca del líder libertario. En el pull aside en Nueva York se terminó de fijar un rango de fechas tentativo para concretar el viaje más esperado del libertario.
Su salida, a pocos días de cumplir un año en funciones, marca el cierre de una etapa clave en la diplomacia libertaria y abre interrogantes sobre el rumbo que tomará la política internacional del Gobierno en esta nueva fase. En particular porque nadie tiene en claro en la Cancillería quién puede tomar la posta de una cartera a la que le amputaron una de sus áreas más versátiles, la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, que pasó a la órbita de Karina Milei a manos de un funcionario de estrecha confianza de los hermanos, el periodista Diego Sucalesca.
Entre los nombres en danza figuran el propio jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que tiene intenciones reales de dejar su cargo de alta exposición política y que ya tuvo un paso por el mundo de los organismos internacionales con base en Washington. Sin embargo, un dato no menor es que no sería la opción preferida de una parte de la Casa Blanca con la que incluso, mantiene una tensa relación a partir precisamente de su coincidencia en el BID.
Otro nombre que apareció en las últimas horas como un extrapartidario es el del excanciller y exgobernador bonaerense Carlos Ruckauf. También se llegó a postular en la nómina al diputado Fernando Iglesias, que termina mandato y no renueva a fin de año, que preside actualmente la comisión de RR.EE. de Diputados. Iglesias había acompañado a Milei en uno de sus viajes a Europa y algunos lo ternaban para ocupar una embajada el próximo año.
Incluso se lo llegó a mencionar, en medio de los rumores sobre recambios ministeriales, al exlegislador y actual sherpa argentino ante el G20, Federico Pinedo. Por su experiencia internacional, se trataba de la opción elegida por Patricia Bullrich para ocupar la Cancillería cuando era aún candidata a la Presidencia, en 2023. También se mencionó al actual responsable del área internacional de la Ciudad y exsecretario de Asuntos Estratégicos de Cambiemos, Fulvio Pompeo. También figura en la danza de nombres el actual embajador en Washington, Alec Oxenford
Por el lado de las Fuerzas del Cielo, el nombre señalado era el de Nahuel Sotelo. Aunque no faltó quien sugirió que podía ser un rol a ocupar por Santiago Caputo a partir de sus vínculos con Estados Unidos y los canales políticos paralelos. Esto siempre y cuando el consultor efectivamente se sume con firma al próximo gabinete, en línea con los comentarios del propio Presidente.
"Me resulta difícil pensar que Caputo pueda recalar acá, es una estructura vaciada", confiesa un veterano diplomático que vio desfilar más de una gestión por el piso superior de la torre de Arenales y Esmeralda. Salvo un cambio de planes, cualquier nombramiento aguardará hasta el lunes. En Rosada dicen que la arquitectura del próximo gabinete se terminará de definir el domingo por la noche.
La salida de Werthein ya está fechada para el lunes. Otro dato curioso: no hay vicecanciller porque el último diplomático que ocupó ese lugar, Eduardo Bustamante, de la línea bullrichista, también recibió el retiro sin olivo en julio pasado. Solo hay un subsecretario de Política Exterior, Juan Navarro, con carrera por Brasil, China y Estados Unidos, con poder de firma como virtual número dos.













