El Gobierno encontró petróleo en Comodoro Rivadavia a principios del siglo XX, y demoró ocho décadas para que el país alcance el autoabastecimiento energético a fines de los ochenta. Pero cuando lo logra, en los noventa, el Estado vende YPF y deja el estratégico sector energético a la suerte del libre mercado.

Bajo el nuevo paradigma, privados buscaron maximizar ganancias extrayendo el crudo encontrado en las 8 décadas de la era estatal. Para 1999 ya se exportaba la mitad de lo extraído, a expensas de acortar el periodo de autoabastecimiento del país. Extracción sin inversión, los pozos empezaron a madurar. La extracción de crudo había caído 10% entre 1998 y 2001.

Esta dinámica se acentuó en la última década. Tras la eclosión de la convertibilidad, se impusieron retenciones a las exportaciones, a lo que se suma un precio local desdoblado, imponiendo un precio para el petróleo existente y otro si se descubre petróleo. De esta manera, el petróleo encontrado por el Estado, pero administrado por privados, se vendía a un máximo de u$s 45 el barril (que igual dejaba ganancias dado que lograron su concesión cuando el barril valía u$s 20). Y por otro lado, el Gobierno otorgaba crédito fiscal para petroleras que logren encontrar nuevos pozos.

Si en la década del libre mercado la inversión no logró reponer lo que se extraía, el nuevo contexto no haría más que ahondar la caída. Los programas Petróleo Plus, Refino Plus y Gas Plus no despertaron interés en petroleras.

Al año 2011, la extracción de petróleo cae 32% respecto de 1998 y se llega a un mínimo de 8 años de reservas, desde un máximo de 25 años en los 80s. La extracción de gas declinó 10% desde su máximo en 2004 y las reservas bajaron de 45 años en los ochenta, a menos de 8 en 2011.

La continua descapitalización llevó a la pérdida del autoabastecimiento en 2011. El año pasado el país importó u$s 9.200 millones de energía, y registró un déficit comercial energético de u$s 3.000 millones. Para este año el déficit sería u$s 6.000 millones.

En suma, 8 décadas de inversión estatal, y dos de extracción privada ante un Estado que jugó entre cómplice y ausente llevaron a la actual crisis energética que culminó en la pérdida del autoabastecimiento, 8 años de reservas en gas y petróleo, y la expropiación de la mitad de YPF.

Según el Departamento de Energía de EE.UU., hoy Argentina dispone del tercer reservorio de gas natural no convencional (shale gas) del mundo, que representa el 11% del total mundial y equivale a 400 años de consumo local. La mitad en Vaca Muerta, Neuquén. No hay tecnología en Argentina para extraer este gas, aunque sí en el mundo. De hecho, en EE.UU. el 30% de su producción de gas responde al shale gas.

La inversión necesaria para su extracción supera con creces la capacidad del Estado. Pero las vías están. Por ejemplo, Petrobras es una empresa mixta dirigida por el Estado que acaba de fondearse con capital público y privado para una gran inversión offshore.